Pepe Méndez: «Las limitaciones de aforo para las salas de conciertos son insostenibles»

Fernando Molezún A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

El vicepresidente de Clubtura y gerente del Garufa Club dice que no ven «ni de lejos» la vuelta a la normalidad

15 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

En esta vuelta a una supuesta normalidad que estamos viviendo negocios de todo tipo van reabriendo sus puertas con una mezcla de ilusión e incertidumbre. Pero queda todavía un sector que permanece en gran medida en cuarentena, como es el del ocio nocturno y, especialmente, las salas de conciertos. «Muchas están cerrando. El otro día salía un comunicado de los tablados flamencos diciendo que cerraban en bloque, con lo que eso supone para la cultura y el turismo de nuestro país. Y otras salas han anunciado que se reconvertirán en cervecerías o churrasquerías, metiendo una extracción de humos, para poder abrir y subsistir», cuenta preocupado Pepe Méndez -o Pepe Doré- desde el Garufa Club, sala referencial que regenta, además de ser vicepresidente de Clubtura, la asociación de salas de conciertos de Galicia.

-La pandemia les ha afectado de un modo muy especial.

-Nos dio de lleno en el corazón en el peor momento. Los meses de marzo, abril y mayo son de los mejores del año. Es con lo que financiamos lo que llamo los meses basura, como el de agosto, en el que solemos cerrar porque la oferta cultural y festiva gratuita por parte del Ayuntamiento nos hace imposible competir. Así que vivimos de los excedentes de los picos de esos meses buenos. Teníamos cerrada una programación potentísima. Tuve que cancelar 57 conciertos, muchos de ellos muy importantes, como los de Os Resentidos, Efecto Pasillo, la presentación del Festival SonRías Baixas o el de Gansos Rosas, una banda tributo a Guns and Roses que siempre que vienen al Garufa tienen muchísimo éxito. Eso es desmantelar el trabajo de, por lo menos, cuatro meses.

-¿Todavía no han notado la paulatina vuelta a la normalidad que está viviendo la hostelería?

-Es que las salas de conciertos, las que tienen una trayectoria y una programación continua y estable, más allá de los bares que puedan acoger alguna actuación de vez en cuando, son espacios de cultura más que locales de hostelería. Defino al Garufa como un lugar de promoción musical con ambigú, porque a algún tipo de financiación tenemos que recurrir para sobrevivir, claro. Pero tenemos toda la actividad muy concentrada en la hora del concierto. No estamos notando esa vuelta a la normalidad ni de lejos.

-¿Cuándo piensan reabrir?

-En julio, porque es lo que se nos permite con la licencia que tenemos. Somos una sala de conciertos, pero esa categoría como tal no existe, así que tenemos la licencia de sala de espectáculos, salón de baile y discoteca, que es la máxima categoría que se concede. Así que nos dejarán abrir en julio pero con las limitaciones de aforo que son totalmente inhabilitantes, porque un concierto empieza a ser rentable cuando has vendido un 80 % del aforo. Y si solo te dejan meter al 50 %, pues es insostenible.

-¿Y cómo harán para que sea rentable su actividad?

-Parece que fuera del ámbito subvencionado no es viable. Tendría que haber un apoyo de las administraciones. Hemos creado una plataforma común y estamos hablando con el Ayuntamiento para ver si se puede habilitar un plan específico para este estado de emergencia. Y estamos estudiando otras estrategias, como programar sesiones dobles, desplazar a un horario más temprano el concierto -que esto sería bueno que se quedase para acomodarnos a lo que son los horarios en el resto de Europa- y hacer después otro pase. Sería una medida posible.

-¿Abrirá el Garufa este agosto?

-No sabemos cuál es el plan del Ayuntamiento. Si nos dejan hueco, intentaremos hacer algo.

«Se está minimizando la relevancia económica de nuestro sector»

Méndez destaca la importancia de la red de salas de conciertos no solo como dinamizadores culturales, sino también como generadores de empleo y riqueza.

-La afectación del cierre va más allá de las propias salas.

-Están paralizados los músicos, los técnicos de sonido, e incluso afecta al sector de la hostelería colindante. Cuando tenemos un concierto de pegada nos comentan los restaurantes y bares de nuestro entorno que se llenan. Están minimizando mucho nuestra relevancia, ya no solo como referente cultural, sino como sector importante económicamente. Entre todas las salas de Clubtura de A Coruña hemos ofrecido el pasado año más de 600 conciertos. En Garufa particularmente, 290. Conciertos, por cierto, que no podrían llegar a nuestra ciudad si solo hubiese una oferta pública de cultura. Somos los que hacemos que circule la cultura por el país, y si esto se bloquea se paraliza todo el mapa cultural.

-¿Existe algún programa de ayudas para el sector?

-Cada comunidad autónoma tiene actuaciones diferentes. La Administración tiene sus tiempos burocráticos y siempre ha tendido a pecar de insensibilidad con el sector cultural. Por el momento estamos hablando, pero las salas nos vamos quedando descolgadas de alguna manera. Me da cierta envidia lo que pasa en Francia o en Alemania, donde el apoyo es muy diferente y del que tendríamos mucho que aprender. Pero bueno, hay un programa de la Xunta medio articulado de ayuda a las salas que la verdad es muy pequeño. Toda ayuda es bienvenida, pero dado el estado en el que nos encontramos habría que ser más ambiciosos. Está funcionando todo el mundo menos nosotros. Estamos estigmatizados.

Y la Big Band, sin casa. Estos meses de cierre del Garufa ha afectado directamente a la Blue Devils Big Band, formación compuesta por músicos profesionales que ha tenido al club de la calle Riazor como lugar de residencia: «Es uno de los ejemplos de oferta cultural que emana del Garufa. Desde luego uno de nuestros primeros conciertos será con ellos, aunque sea con las limitaciones de aforo pertinentes», anuncia Pepe Méndez.