Andrés Souto: «Un cliente pagó ocho euros por llevarle dos cervezas frías a casa»

A CORUÑA

CESAR QUIAN

El fundador de Vanenbikke cree que el comercio local ha respondido a la demanda durante la pandemia

10 may 2020 . Actualizado a las 21:29 h.

Llevan ocho semanas sin parar. «Hemos hecho una media de 70 kilómetros al día por bicicleta, cuando lo normal sería 50. Desde el 14 de marzo al 30 de abril realizamos 4.800 viajes. Nos convertimos en recaderos», destaca Andrés Souto Díaz. Hace siete años unió dos pasiones, la bicicleta y las ganas de ser autónomo, para fundar la empresa Vanenbikke, mensajería y otros affaires. Nunca pensó que el apellido de la firma iba a tener tanta vigencia esta primavera. «El 70 % de nuestros clientes son laboratorios dentales que, cuando se decretó el estado de alarma, cerraron. Pero se mantuvieron las tiendas de alimentación y empezamos a trabajar con ellos. Se incrementó el volumen de compras a domicilio y sumamos nuevos clientes, tanto de tiendas como de particulares. Hubo una conexión preciosa entre el comercio local y la gente. La gente nos utilizó para conectarse con sus familiares», destaca este emprendedor que se pasó el confinamiento pedaleando. «Nos llamaron madres para que les llevásemos a sus hijos la comida. Le hicimos la compra a varias personas que vivían solas. Nos daban la lista de lo que necesitaban y se lo comprábamos. Al principio de todo contactó con nosotros una señora que necesitaba mascarillas porque vivía con una persona de alto riesgo. Fuimos a la única farmacia que las despachaba en aquel momento y nos cobraron 100 euros por 10», asegura Andrés, que podría escribir un libro de anécdotas de un mensajero-recadero en época de crisis. «Una persona pidió que le llevásemos dos cervezas frías a casa y pagó 8 euros. Al principio pensamos que era una broma», recuerda sonriente.

Bicis de Copenhague

Sus bicicletas ya forman parte del paisaje urbano. «Cuando nos piden algo de los bloques que hay en la carretera de los Fuertes es muy duro, al igual que ir a Adormideras. El resto de la ciudad es bastante accesible». Las compró en Copenhague y dice que cada una cuesta unos 5.000 euros y pueden llegar a transportar hasta 50 kilos. «Si hubiésemos hecho en furgoneta los viajes habríamos contribuido con 500 kilos de CO2 a la atmósfera. A todas las empresas de transporte se les incrementó el trabajo, pero por pedidos online. Nosotros hemos conectado familias gracias a nuestro modelo de negocio. Mi madre, que siempre iba al mercado, ahora recibió en casa el pescado. El comercio local ha respondido y mucha gente descubrió el servicio a domicilio», analiza.

Vacaciones sobre ruedas

Es de la quinta del 74 de Cuatro Caminos. Estudió en los Maristas y de pequeño le atraía la montaña y la bici. «Para mi edad estoy bien. Tengo pocos dolores físicos y en la empresa siempre comentamos que no solemos coger catarros. La actividad física diaria te inmuniza». En realidad es delineante industrial y trabajó 15 años en este sector hasta que la crisis lo dejó con tan solo un par de clientes. Se hizo autónomo y, entremedias, descubrió las bicis danesas. «La bici siempre estuvo presente en mi vida. Lo hago por pasión por la bicicleta y por convicción de que hay otra forma de moverse», reflexiona. Sobre las nuevas medidas que quiere poner en marcha el Ayuntamiento dice que «todo lo que sea quitarle protagonismo al coche está bien». Es padre de dos hijos de 17 y 14 años con los que le gusta disfrutar. La música es otra de sus pasiones, pero nada comparable con las dos ruedas. «Estoy deseando dejar la bici profesional para montarme en la mía. Mi objetivo es viajar el 22 de junio a Bilbao para después recorrer pedaleando los Pirineos. Tanto mi trabajo como mis vacaciones son en bici. Incluso los domingos hago rutas largas con mis empleados», asegura Andrés, que nunca se olvidará de esta primavera del 2020 en la que tuvo que hacer de recadero. «Ahora ya se ha relajado algo, pero había mucho miedo. Lo notábamos cuando ibas a entregar algo», sentencia.