Nada de mudanzas, o solo por motivos de fuerza mayor

Elena Silveira
Elena Silveira A CORUÑA

A CORUÑA

EDUARDO PEREZ

Empresas del sector se topan con limitaciones en la ciudad coruñesa mientras buscan líneas de negocio en el área metropolitana

20 abr 2020 . Actualizado a las 14:38 h.

Las empresas dedicadas al sector de las mudanzas estuvieron trabajando a medio gas desde que se decretó el estado de alerta. Pararon su actividad, como casi todo el país, entre el 30 de marzo y el 12 de abril, pensando que tras esas dos semanas podrían retornar a la situación anterior. Sin embargo, el Gobierno les cortó las alas y solo autorizó mudanzas para casos justificados y de fuerza mayor. El presidente de la Federación Gallega de Empresas de Mudanza, José Antonio López Bermúdez, indica que la indefinición de la norma publicada en el BOE el pasado domingo deja en manos de las autoridades locales la interpretación de las disposiciones y qué es fuerza mayor, generando tantos criterios diferentes como ayuntamientos hay en Galicia. En A Coruña, por ejemplo, se encuentran con que es imposible realizar una mudanza rutinaria, «sin embargo en Oleiros o en Arteixo no nos ponen tantas dificultades», confirma.

Personal de servicios básicos

Daniel Prado, gerente de operaciones de Mudanzas BTM, explica que están trabajando «con muchas restricciones y medidas especiales». Dice que las mudanzas solo se permiten para casos de extrema necesidad y motivos de fuerza mayor. «Suelen ser casos de personas que se trasladan de ciudad o de comunidad autónoma por motivos laborales. La mayoría son sanitarios que son requeridos en otras zonas o empleados de servicios esenciales. «Son pequeñas mudanzas, o traslados de empresas y oficinas. Nosotros, por ejemplo, nos encargamos de llevar el equipo informático de una empresa de atención telefónica que está prestando un servicio público». Eso sí, confirma que las mudanzas internacionales están totalmente paradas.

Muy cerca de un ERTE

Por su parte, desde Mudanzas Coruña explican que han estado esquivando el ERTE hasta el momento. El domingo vieron limitada aún más su actividad, así que no tendrán más remedio que solicitar una regulación temporal de empleo por causas de fuerza mayor. «En teoría sí podemos hacer el transporte de las mercancías, pero después nos encontramos con múltiples limitaciones ya que no nos ponen la señalización pertinente en la calle, no nos dejan acceder a edificios que estén habitados... Así que el resultado es que no podemos trabajar», explica Vanesa Pereira, administradora de esta empresa.

Situaciones «kafkianas»

José Antonio López Bermúdez, responsable de Mudanzas Hércules, indica que el estado de alarma cogió a muchos vecinos a punto de hacer un cambio de vivienda. Así, hay gente que se ha visto obligada a seguir pagando dos alquileres al mismo tiempo, otras que no pueden regresar a sus casas tras quedarse en paro o estar incluidos en un ERTE (con el perjuicio económico que ello supone). «Hay situaciones realmente kafkianas. Hay clientes que nos llaman realmente desesperados para irse de algunos pisos porque no pueden seguir pagándolos y se ven atrapados en ellos», indice López Bermúdez. Incide, en todo caso, en que una mudanza en un momento tran crítico como este no responde a un capricho, sino a una necesidad.

El presidente de la federación gallega confirma que el 40 % de las empresas del sector de las mudanzas han solicitado ya un ERTE por causa de fuerza mayor. «Más o menos pudimos ir trabajando del 13 al 30 de abril. Pero después de las dos semanas de confinamiento total ahora nos hemos encontrado con una situación mucho peor, con que no podemos trabajar. Así que la previsión del número de los ERTE que tenemos registrado aumente en las próximas semanas», explica López Bermúdez.

«Me veo sin ningún ingreso, pendiente de mudarme y sin poder pagar un alquiler»

Patricia Bouza tiene 30 años. Vive en Arteixo con sus tres hijos y dos perros, en un piso de alquiler que ya no puede pagar. Explica que antes de que se decretase el estado de alarma, encontró en la zona de Curtis una vivienda unifamiliar a precio asequible para compartir con otra chica y, de esta manera, reducir gastos. Pero llegó el coronavirus y lo echó todo por tierra.

«Cuando ya estábamos decididas, los propietarios nos dijeron que no podían alquilarnos la casa debido a la situación sanitaria, justo cuando se decretó el confinamiento de la población. He seguido buscando, pero no es fácil porque las inmobiliarias no enseñan pisos hasta que se levante el estado de alarma». Patricia indica que su situación económica es muy precaria ya que después de trabajar en un local de hostelería, a cuyo dueño denunció por impago, logró un puesto en una empresa de limpieza. «Pero cuando llegó el estado de alarma no me renovaron el contrato. Así que ahora me veo sin ningún tipo de ingreso, pendiente de mudarme a otro sitio más barato pero debiendo el alquiler del piso en el que estoy», explica. Patricia indica que no puede hacer frente a los 375 euros de renta mensual y que ya ha solicitado la Risga, pero duda que se la concedan. Está saliendo adelante con la pensión que le facilita su expareja, una ayuda de Servicios Sociales para comprar en el supermercado y los productos que le entrega la Fundación Amigo.

Reconoce que su situación ahora mismo es muy precaria, pero tiene la esperanza de que cuando acabe el confinamiento pueda mejorar. «En la empresa de limpieza me dijeron que cuentan conmigo para cuando la situación se normalice», comenta con ilusión. Aunque si los niños no tienen colegio... su sueldo se esfumará. «Es difícil poder trabajar cuando estás sola con tres hijos, porque tienes que contratar a alguien para que se quede con ellos. Y, claro, así ni compensa.». Recuerda que en el restaurante no tenía días libres pero, por lo menos, durante la semana ya estaba en casa a las cinco. Los viernes y sábados el horario era más duro: entraba a las 11.30 y no salía hasta la madrugada.

Dos salidas a la calle cada día

Patricia se está tomando el confinamiento con filosofía, mirando con calma alternativas de alojamiento. Intenta poner orden en casa y disfruta con intensidad de los dos paseos diarios con los perros en el exterior. Eso sí, también con los niños porque no los puede dejar solos en casa.