Desavenencia en la avenida de la Concordia de A Coruña

A CORUÑA

Cedido

Una persona denunció a José Pazos por exceso de ruido después de varias semanas de actuaciones desde la ventana. El vecindario se puso del lado del animador del barrio, que ahora está a la espera de que el Ayuntamiento regule su actividad

14 abr 2020 . Actualizado a las 08:17 h.

En el barrio quieren tener la fiesta en paz. Desde que empezó el confinamiento, José Pazos Fandiño, vecino del número 45 de la avenida de la Concordia, se dedica a animar al vecindario. No es un advenedizo. Cumple 28 años el próximo 7 de junio y lleva casi la mitad de su vida montando fiestas. «Trabajé con Guillermo Cedillo en la empresa de hinchables y con 16 años ya organizaba fiestas de la espuma para los pequeños», comenta.

Para él este asunto de divertir a la gente es pan comido. «Mis padres se dedican a la música, yo pincho en un local del Orzán y en Espacio Kids, un centro de fiestas infantiles. Con mi discoteca móvil animé cantidad de bodas, cumpleaños y comuniones. La música va conmigo», asegura. Por eso cuando se decretó el estado de alarma José tuvo claro que en su calle no se iban a aburrir. En estas semanas consiguió el aplauso de decenas de vecinos y que «haya más ambiente que en otros muchos barrios. Estoy muy orgulloso», destaca.

Ángel Manso

Pone música, organiza juegos corales, dedica canciones micrófono en mano… Todo iba bien hasta que una persona dijo «basta». Tantas melodías y vatios acabaron con la paciencia de un ciudadano que avisó a la policía. Un agente se acercó para poner orden y arreglar este desencuentro en la calle de la Concordia. 

Cuestión de normas

«Yo no quiero estar pendiente de la policía. Y si vuelve a suceder podrían sancionarme por desobediencia. Hay vecinos que me dijeron que juntarían el dinero para pagar la multa, pero yo prefiero arreglar el asunto de otra forma. Me gustaría poder hablar con la persona que llamó para denunciar, que parece que está cuidando a una persona enferma, y ponernos de acuerdo. Y también que el Ayuntamiento dicte una normativa al respecto como hicieron en Sada para saber a lo que atenerme. Es una cuestión de normas, porque yo no me estoy saltando el confinamiento. Hasta hablé con el presidente de la asociación de vecinos del Castrillón», analiza José.

Con la ayuda del micrófono y los altavoces facilitó su número de móvil y la gente de la zona le pide canciones por WhatsApp. «Antes de cada actuación organizo las peticiones, los mensajes que me piden que difunda, y elijo canciones que sirvan para ser coreadas por la gente. Soy consciente de que hay fallecidos y lo que está pasando no es motivo de celebración, pero creo que las ocho de la tarde es un momento para desconectar un poco respetando los horarios», explica.

«Hay vecinos que me dijeron que juntarían el dinero para pagar la multa»

El episodio vivido con el policía «que fue poco empático», asegura, es lo peor de una experiencia de animación callejera que le está aportando momentos maravillosos. «Un vecino me vino a timbrar. Traía un sobre con diez euros y dijo que era para que me tomase un café o lo que quisiese. Otra persona mandó patatas Bonilla, aceitunas y cervezas. Por desgracia, falleció el padre del de la panadería de enfrente, pero me pidió que no dejase de poner música ese día porque a él le hubiese gustado. Me puse a llorar», recuerda.

Dice que tiene más planes para seguir animando la avenida de la Concordia, pero antes quiere solucionar la desavenencia para continuar con el espectáculo diario y las sesiones vermú de los fines de semana.