María Otero: «Llevo cosiendo mascarillas desde el día en que me confiné»

Loreto Silvoso
loreto silvoso A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Propietaria de un comercio de ropa de los «de toda la vida», en el 31 de la avenida de Fisterra, no dudó en ponerse a colaborar desde que empezó la crisis

05 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Lejos de desesperarse por tener la tienda cerrada, se puso a coser mascarillas. Dice que no quiere protagonismo porque «son muchas las personas que están ayudando» en esta crisis global del coronavirus, pero María Otero Méndez (A Coruña, 1971) es una de ellas. Con la luz del pequeño comercio apagada temporalmente, la energía de sus tiendas continúa. La propietaria de Otero (la tienda de ropa de caballero de la Avenida de Fisterra) se ha unido a un grupo de siete mujeres -emprendedoresolidarios2020 se hacen llamar en Instagram- que han puesto en marcha una iniciativa solidaria para donar mascarillas y batas reutilizables a quienes lo necesiten.

-¿Así que se ha reconvertido a costurera voluntaria?

-Sí, llevo cosiendo mascarillas desde el día en que me confiné.

Me puse un día, porque me comen los nervios.

-«¡No hay quien me pare!», dice su camiseta.

-Esta me la he puesto para levantarme el ánimo, pero sí, me define bastante. Soy la típica persona hiperactiva que siempre necesita hacer cosas.

-El confinamiento, mal, ¿no?

-Imagínese, estoy con el comercio cerrado, pero me dije: «Tengo máquina de coser, sé coser y puedo ayudar», así que me puse a hacer mascarillas con las telas que tenía por casa, haciendo triple capa. Tengo una amiga que me dijo que me las esterilizaba.

-¿Cómo las hace?

-Con triple capa. Quiero aclarar que no son las mascarillas de uso hospitalario, pero sí pueden valer para otros usos, como para la gente que está en casa y tiene que visitar a una persona mayor, por ejemplo, o para ayudar a que no te toques la cara, o para los que trabajan ante el público.

-Conviene aclararlo.

-Sí, por eso cada bolsita de mascarillas lleva las instrucciones de cómo se deben usar. La gente puede pensar que la tela te protege igual y no es así.

-¿Qué necesidades tienen?

-El proyecto ha ido a más y ahora estamos intentando conseguir tejido homologado, que es lo que vendría mejor.

-¿Tienen muchos pedidos?

-Sí, tenemos tantos pedidos que no damos abasto. Me piden 180 para Ourense, para centros de menores, en los mercados también necesitan... Se trata de ayudar a pequeña escala en lo que podamos, pero relativamente, eh, porque las nuestras son las que son.

-¿Cuántas lleva hechas ya?

-Pues, como no tengo material, me está dando tiempo a hacer veinte o treinta mascarillas al día. Estamos buscando material. Lo he puesto en las redes sociales y ahora me han dejado tres o cuatro sábanas, así que a ver si puedo hacer alguna más.

-¿Preocupada por el cierre temporal de su comercio?

-Trato de no desesperarme con eso. Ya buscaré la manera de salir adelante.

-¿Qué es lo peor ahora?

-Lo que nos mata a las tiendas son las pocas ayudas que tenemos como autónomos y, sobre todo, la incertidumbre de no saber cuánto tiempo vamos a tener que estar cerrados. Tengo la suerte de tener el bajo en propiedad.

-¿Es optimista?

-Creo que sí, que saldremos adelante. Porque, además, creo que la gente nos va a apoyar.

-¿Será una herida muy profunda?

-Por una parte sí, porque quien más y quien menos estaba trabajando sin colchón, pero creo que vamos a salir reforzados. Tengo la confianza con mis clientes de que, al final, nos vamos a echar una mano todos. Yo sigo adelante.

-En su caso, llevaba tiempo sola al frente del negocio porque el relevo generacional ya se había producido.

-Sí, la tienda ya la llevaba yo. Mis padres fallecieron los dos y ya llevo doce años al frente.

-El 2008 también fue duro.

-¡Justo! Me comí la crisis económica, aprendí a coser para ahorrarme algún arreglo y poder salir adelante y me busqué la vida como he podido.

-No hay mal que por bien no venga, oiga.

-Sí, eso me ha servido ahora para poder ayudar.

-¿Cuánto echa de menos el bullicio de tiendas y gente de la Avenida de Fisterra?

-Mucho. Tuve que ir el otro día a por las facturas y me reconfortó el mensaje de ánimo que vi en Pepita de Oliva, la tienda que está enfrente. Pero la calle estaba vacía, eso sí. Desde mi casa, por la ventana que da al paseo marítimo, al principio veía a mucha gente paseando. Ahora, bastante menos.

-¿Piensa que de esta crisis vamos a salir distintos?

-Sí, yo hace una semana no era la misma persona que ahora; y eso que tengo muy claro lo que valoro en la vida y lo que no, porque ya he pasado por otro virus muy importante en mi vida que fue el sida.

-Vaya, eso tuvo que ser duro.

-Sé lo que es pasar por una epidemia, sé lo que es el desprecio social y me solidarizo con la gente que está enferma y que se siente un poco desplazada.

-A lo mejor por eso se puso a hacer mascarillas el primer día.

-Lo que busco es ayudar y sentirme útil y animar a la gente a la unión y la empatía con los demás, porque como le digo, de muy jovencita estuve a pie de cama sufriendo en la piel de mi hermano una terrible enfermedad.

-Lo siento mucho.

-He vivido una pandemia que fue terrible. La desinformación y el pánico que había trajo como consecuencia el desprecio social. Eso es lo que me revuelve por dentro, sé muy bien lo que es el miedo y lo que provoca. Aunque ahora, con el tiempo lo comprendo, en su momento me hizo, nos hizo, mucho daño.

Un comercio histórico

A por el 70.º aniversario. Otero es un clásico de la Avenida de Fisterra, 31, donde esta tienda de ropa de caballero nació hace nada menos que 68 años.

Su camiseta la define. De espíritu optimista y positivo, María Otero rehúye el protagonismo en este momento: «Son muchos los que están ayudando».