Javier García: «Vendemos 150 kilos de chicharrones y 120 de callos a la semana

A CORUÑA

LOS HERMANOS DE LA CARNICERIA ANTONIO GARCIA
LOS HERMANOS DE LA CARNICERIA ANTONIO GARCIA CESAR QUIAN

El propietario, junto con su hermano Damián, de las carnicerías A. García ha orientado el negocio al reparto a domicilio y está a la espera de autorización para aplicar un ERTE sobre una parte de sus 34 trabajadores

05 abr 2020 . Actualizado a las 17:06 h.

Tuvieron que adaptarse a la nueva situación. Y estas semanas ofrecen servicio de carnes, fiambres y platos preparados a domicilio. «Surgió por estas trágicas circunstancias porque, si no, no nos hubiésemos lanzado tan pronto. No sé qué va a pasar cuando todo esto acabe, pero puede abrirse otra línea de negocio. Creo que la podemos implementar y desarrollar en un futuro próximo», comenta sobre el resultado de la iniciativa Javier García Candal. A sus 33 años es el pequeño de los tres hermanos que dirigen la empresa que heredaron de su padre, Antonio García, jubilado hace 4 años. En 1974, este hombre natural de Tabeaio, Carral, abrió en el mercado de Ramón Cabanillas su primera carnicería. Había aprendido el oficio en Caracas. «Mi abuelo tenía un abastos, un mercado, en donde había puesto de carne. Mi padre se fue para allá con 16 años», relata Javier, nieto de aquel primer emigrante de la familia. En 1978, Antonio abrió un negocio a pie de calle, en la ronda de Nelle, que sigue funcionando. Después inauguró otro en la calle Alcalde Liaño Flores, cuya responsable era María Dolores, su mujer. «Llegamos a tener cinco, pero ahora solo tres porque si no resulta imposible atender todo. Nuestra idea es que sean carnicerías 2.0», reflexiona Javier, que trabaja con su hermano Damián, y también cuentan para la gestión con el apoyo de su hermana mayor, Vanessa. 

Pío do Saleiro

Entre las tres carnicerías, la tienda de pasta fresca La Napolitana, de la plaza de Lugo, y dos naves, una de despiece de carne y otra de elaboración de pasta, que venden a cadenas de alimentación, el grupo García Candal cuenta con 34 empleados. Se siente especialmente orgulloso del proyecto Pío do Saleiro. «Distribuimos carnes para hostelería, colectividades y cáterin. Por desgracia, la sala de despiece la tenemos casi parada y estamos pendientes de que nos contesten sobre el ERTE que presentamos» analiza. Mientras la situación no se normaliza centran su actividad en el citado nuevo servicio de reparto a domicilio. «Cada semana despachamos 150 kilos de chicharrones y 120 de callos. Ahora nos piden de todo. Desde una persona que dijo que le mandase lo que quisiese a otro que pidió dos chuletones de tres kilos cada uno», comenta. Aunque siempre estuvieron vinculados al sector cárnico, él y su hermano están siempre fuera del mostrador. «Llevamos las compras, la distribución, la gestión y la comercialización. Nos encanta el trato con el público y estar en la calle. Me siento carnicero, pero hace años que no cojo la macheta», reconoce. 

Un buen entrecot

Javier estudió Ingeniería Técnica en Diseño Industrial y ADE en Madrid. Está casado con María Isabel y tiene un hijo de 3 años. Recuerda lo que siempre le dice su padre, que, aunque ya jubilado, está al tanto de todo. «Que seamos nosotros mismos. Que hay que dejar puertas abiertas. Que hay que ser agradecidos y tratar bien a la gente. De hecho, por lo que más nos valoran, además de por tener producto de aquí, de la tierra, de primera calidad, es por el trato cercano. Aquí cada cliente es un nombre», destaca. Dice que dedica muchas horas a las Carnicerías A. García, pero en su tiempo libre no perdona el partido con los veteranos del Santa Margarita, donde juega de fino interior izquierdo. «A pesar de dedicarme a lo que me dedico, soy carnívoro. La gente se suele lanzar al solomillo, pero donde esté un buen entrecot con un buen vino no hace falta nada más», asegura. Me habla del éxito que tiene el caldo gallego y otros platos como la lasaña, que solo precisan de un golpe de horno para ser consumidos. «Hay clientes que aprovechan el confinamiento para cocinar y nos piden productos para las recetas, y otros que lo quieren todo hecho. Por ejemplo, está teniendo mucha salida el caldo casero de siempre, listo para calentar y tomar», explica el empresario y carnicero sin machete 2.0. «Nos gusta nuestro trabajo y, aunque empezamos temprano y acabamos por la noche, al menos vamos a comer a casa, que se agradece. Ojalá que pronto podamos regresar a nuestra vida de siempre», sentencia.