Adrián Fernández: «Íbamos a clase para sacar nuevas ideas para nuestro repertorio»

Fernando Molezún A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

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F. M.

Junto a Abel Gende presentan el libro «De becario a ciudadano», su segunda sátira jurídica

02 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Todo empezó como una vía de escape de las tensiones de dos estudiantes de Derecho de la UDC a través del humor. Empezaron a colgar en redes sociales, bajo el nombre de Jurista Enloquecido, sus cuitas y chistes sobre la carrera, pero la avalancha de seguidores y su tesón les ha convertido en todo un fenómeno que acaba de publicar su segundo libro: De becario a ciudadano. La leyenda de Ticio, en el que narran con ironía el complejo paso del mundo estudiantil al laboral. Algo que conocen de cerca, ya que Abel Gende y Adrián Fernández -el dúo de coruñeses nacidos en 1994 que está detrás de Jurista Enloquecido- han terminado la carrera y están ejerciendo como abogado y haciendo el máster de abogacía, respectivamente. Y manteniendo su web y redes sociales, claro.

Pregunta: ¿Cómo surgió la idea del Jurista Enloquecido?

Abel Gende: Primero empezamos a publicar en Twitter, en el 2013, cuando estábamos en primero. Era una manera de guardar lo que escribíamos en grupos de wasap de la facultad, bromas y demás. Y si nos leía alguien, pues mejor. Pero a la semana de crear la cuenta ya teníamos 600 seguidores y no paró de crecer.

Adrián Fernández: Al final era casi una excusa para ir a clase. Necesitábamos nuevas ideas para nuestro repertorio y las sacábamos de ahí.

A. G.: Es que no podíamos ir contando según qué historias si no teníamos ni idea de Civil o de Penal. Había que tener un mínimo conocimiento.

P: Así que surgió como una crítica al mundo universitario que fue cogiendo tintes jurídicos.

A. G.: Al principio era un análisis de la situación del universitario, más que nada. Pero poco a poco se fue haciendo cada vez más técnico.

A. F.: Pasamos de las bromas sobre las calificaciones de los exámenes, de cómo me suspende un profesor con cuatro con nueve, a bromas con una base jurídica, sobre Derecho Civil, Administrativo...

P: Y ahí es cuando empiezan a calar entre los profesionales del derecho.

A. G.: Hubo un cambio, pasaron de identificarse con nosotros los estudiantes a identificarse los profesionales, porque empezamos a hablar de situaciones que se vivían en juicios, sobre la ley...

A. F.: Nos dirigíamos por privado, en Twitter, a las cuentas de diferentes jueces para pedirles consejo sobre ciertos temas, y muchos nos decían que nos seguían, así como funcionarios, opositores... Y colaboramos con varios abogados en nuestra web, en la que, aparte del humor, analizamos temas de actualidad jurídica.

P: Y, dado el éxito, ¿nunca les tentó aparcar los estudios y dedicarse profesionalmente a esto?

A. G.: No. Ni siquiera ahora lo enfocamos como un trabajo. Ganamos algo de dinero con esto, es una pequeña empresa, por lo que te preocupas, miras resultados, cuelgas las cosas a las horas de máxima audiencia... Pero desde el principio lo tomamos como un juego.

P: ¿En qué se diferencia este segundo libro respecto al primero?

A. G.: En este contamos una historia, mientras que el otro eran como microrrelatos. Aquí hay un protagonista, Ticio, al que le pasan todas las cosas que le pueden pasar a un jurista.

A. F.: Y yo creo que es más crítico. Se mete en profundidad con cosas como la figura del becario y otros aspectos con los que no estamos muy de acuerdo.

A. G.: Sí, tenemos palos para todo el mundo: abogados, opositores... Hasta para los clientes. En el otro fuimos más políticamente correctos. En este empezamos ya en el primer capítulo criticando a los profesores y cómo recomiendan los libros que han escrito ellos mismos, que casualmente son los que sirven para aprobar.

«Hay profesores que han utilizado memes nuestros en el aula»

Abel Gende y Adrián Fernández tienen todavía reciente su época de estudiantes en la Facultade de Dereito de la UDC, donde nació Jurista Enloquecido.

P: ¿Cuál es el mayor defecto que le encontraron a la carrera?

A. G.: Supongo que será un mal que afecte no solo a Derecho, sino a muchas otras carreras, pero es que se centra mucho en lo académico. En los trabajos de fin de ciclo o de fin de máster estás más pendiente incluso de si el tamaño de la letra es el correcto de lo que estás poniendo. Se supone que si vas a terminar de abogado vivirás de solucionar los problemas de la gente. Pues bien, de eso no ves nada en toda la carrera.

A. F.: Y son cosas que no creo que sean difíciles de cambiar. Durante toda la carrera solo tuvimos un juicio simulado y fuimos al juzgado una sola vez. Pero la culpa no puede echársele al plan Bolonia, ahí tiene mucho que ver la predisposición de los docentes.

A. G.: Hay profesores con los que es imposible descubrir la materia que imparten.

A. F.: ¡Es que eso es lo que le pasó a Abel con Derecho Administrativo! Era la diana de nuestras críticas y mira, ahora se dedica a esa rama del derecho.

P: ¿No han tenido nunca una mala respuesta de un profesor?

A. F.: No, se han tomado siempre muy bien nuestro humor. Hasta tenemos mensajes de profesores alabando nuestras historias en respuestas a tuits en los que nos metíamos con ellos. Incluso alguno ha puesto un meme nuestro en el aula para explicar algo.

P: ¿Habrá un tercer libro?

A. G.: Espero que sí. Depende de por dónde vayan nuestras vidas. El primero era de estudiantes, este sobre la llegada al mundo profesional, sobre todo. Así que el siguiente, ya veremos. Es más fácil hablar sobre lo que conoces.