Más de 4.000 kilómetros en bici dando vueltas al campo de fútbol de Eirís

Elena Silveira
Elena Silveira A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

CESAR QUIAN

Felipe Mariñas tiene 86 años y todas las mañanas hace ejercicio subido a su bicicleta eléctrica escuchando música

25 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

A veces no hace falta ser una estrella de Hollywood para tener una vida de película. A veces son las personas anónimas las que relatan las mejoras historias vitales. Es el caso de Felipe Mariñas Graña, un vecino de la avenida de Lamadosa que con 86 años todos los días coge su bicicleta y hace varios kilómetros dando vueltas al campo de fútbol de Eirís. «Empecei hai dous anos e levo máis de 4.000 quilómetros percorridos. Mira, podes velo aquí na pantalla», dice señalando el contador digital del manillar. Sin perder la respiración y sin bajarse del sillín, comenta que cada día hace ocho o diez kilómetros y que en estos dos años, haciendo tan solo este ejercicio, adelgazó 14 kilos. «Pois se antes pesaba máis de 90, agora estou en 74 quilos. E nada de dieta, tan so co exercicio, porque eu non me privo de nada. Se hai pasteis tamén os como», comenta orgulloso.

«Tres días á semana vou ao baile nos centros cívicos. Con 86 anos, agora toca pasalo ben»

Felipe retomó esta afición ciclista que tenía de niño por casualidad. «Paseando polo parque de Eirís atopei unha bicicleta tirada no chan. Leveina para a casa pensando en arranxala para os netos. Total, que empecei a andar eu nela e, como non era nada cómoda, fun mercar outra ao Carrefour por 160 euros». En aquella anduvo una temporada, pero le costaba mucho los días de lluvia y viento, así que dio el salto a la bicicleta eléctrica. «Esta é unha marabilla. Custoume cara, máis de 1.300 euros, pero vou mellor e máis seguro. Ten cinco marchas eléctricas e sete de piñón. E autonomía de 60 quilómetros, como para ir e vir a Carballo», comenta. Aunque sería el momento de confesarlo, Felipe niega que use el motor. «Sempre a pedal. Unicamente en ocasións poño o modo eléctrico», confirma. Lo que sí conecta cada vez que se sube a la bici es la radio: «Está vinculada ao teléfono móbil. Baixeime da nube máis de 1.300 cancións e vounas escoitando pouco a pouco». Con 86 años habla del MP3 que tiene en la habitación y busca en el móvil las fotos de su pastor alemán. «Vaia, agora non as encontro».

Intensa vida laboral

Mientras maniobra de acá para allá con el teléfono, Felipe explica que de chaval fue labrador y que aprendió el oficio de zapatero. En Ponte Carreira, donde se casó, tuvo un taller con cuatro empleados pero la mala suerte hizo que una noche su casa quedara reducida a cenizas. «Creo recordar que foi no 1955. Aquel día viñera á casa unha modista e ao planchar unhas prendas caeulle unha brasa de carbón, porque entonces as pranchas eran de carbón, e quedou alí prendendo ata que ás cinco da madrugada tivemos que saír a toda presa da cama». A partir de ahí Felipe tuvo que reinventarse y se apuntó en A Coruña a un curso de fontanería que le abrió las puertas para trabajar en la construcción de barcos en Astano, en Ferrol. Aunque estaba fijo en plantilla, le salió la oportunidad de trasladarse a la planta de butano de A Coruña como auxiliar de fontanería. Y, cosas de la vida, se cambió a Genosa donde se jubiló como encargado de almacén tras ejercer mucho tiempo como conductor dentro de la empresa. Pero ahí no acaba la cosa, ya que durante mucho tiempo compaginó esa actividad laboral con un taller de fontanero en el barrio de las Flores. «E tamén sei cortar o pelo, porque na mili fun barbeiro. E como vivíamos no Barrio de las Flores, tiña alí tamén un taller de fontaneiro», añade.

«Se antes pesaba 90, agora estou en 74 quilos. Baixei de peso tan so co exercicio»

Viudo desde hace 20 años, Felipe disfruta cada día. «Hoxe levanteime ás 8.30 horas. Puxen a lavadora, ducheime e tomei o almorzo. Tendín a roupa, varrín, freguei e xa collín a bicicleta», cuenta. Si las mañanas son para trabajar y cuidar la salud (tan solo toma la pastilla del colesterol), las tardes son para disfrutar. «Tres días á semana vou ao baile nos centros cívicos: os luns, xoves e sábados. E se hai algún festivo de por medio, tamén lle toca. Despois de tanto traballar e con 86 anos que teño agora toca pasalo ben», concluye.