Acrobacias entre las ramas

La Voz A CORUÑA

A CORUÑA

Los lúganos pasan el invierno buscando alimento en las copas de los árboles

16 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Llegan volando como un tropel de acróbatas a una pista circense. Sus mallas son de colores amarillos, verdes, negros, blancos. Quien las diseñó logró un patrón de lo más armónico. Para ellos eligió una pequeña boina negra en la parte superior de la cabeza. Para ellas, unos tonos en general más pálidos, salpicados de multitud de pintas que, en el dorso, dibujan unas estilosas listas casi paralelas.

Nada más aterrizar entre la fronda del aliso se mezclan con los colores de hojas, frutos y amentos, que es como se llaman esas inflorescencias que parecen delgados y alargados racimos. Saltan de rama en rama, se cuelgan boca abajo y retuercen y estiran el cuello para, a la vez que se alimentan picoteando aquí y allá, exhibir ante el público su talento para los volatines, las cabriolas y las contorsiones.

Forofos viajeros

Hoy quienes aplaudimos la función somos unos cuantos. Si otras veces el único espectador de sus galas suelo ser yo, en esta ocasión nos reunimos ante ellos más de treinta forofos de este tipo de espectáculos. 

Me acompañan los integrantes de una excursión ornitológica organizada por la empresa Spainbirds, que durante varios días ha estado recorriendo el norte de Galicia observando aves. Estamos ante el Jardín Botánico Juan Lembeye, en la orilla cullerdense de la ría de O Burgo. Esta es la última etapa de su viaje antes de regresar en autobús hacia Madrid, Euskadi, Andalucía, Extremadura...

Desde el norte

Los lúganos vienen de mucho más lejos. Sus áreas de cría se extienden por todo el norte de Europa. También, de forma discontinua, por ciertas cadenas montañosas, desde los Pirineos hasta el Cáucaso. Los que llegan aquí cada invierno, en números muy variables según los años, probablemente tengan como origen los bosques escandinavos.

Este otoño los observadores de aves de toda Europa han sido testigos de una migración muy llamativa de este pequeño pájaro. A lo largo de septiembre y octubre, sus cifras estuvieron por encima de la media habitual en todas las regiones. Es lo que suele suceder cuando en Noruega, Suecia o Finlandia la fructificación de las coníferas es especialmente abundante, y en consecuencia también la disponibilidad de alimento para pollitos y adultos.

Caravanas en vuelo

En varios lugares de Reino Unido o Francia las cifras de lúganos en paso han sido más que notables, con hasta miles de ellos en vuelo en un pocos días.

Imagino a estos que estamos ahora viendo como parte de una de esas caravanas aladas. Una vez llegados a Galicia, decidieron disgregarse en pequeñas compañías de saltimbanquis con las que ganarse el sustento de parroquia en parroquia.

¡Ale hop! Vacían las pequeñas piñas como si fuera marisco. Hasta parecen estar de romería, bailando y comiendo a la vez. De vez en cuando creo apreciar en alguno esa alegría contagiosa de quien sabe disfrutar a tope de la vida. Me dan ganas de subir al árbol y unirme a su fiesta. De celebrar con ellos todos esos momentos felices que, como este mismo, me depara con tanta frecuencia la contemplación de la naturaleza.

Muy discretos en el nido

Los lúganos son tan discretos cuando crían, allá en el norte, que una leyenda de la mitología germana sostiene que cada pareja esconde en su nido una piedra mágica que los convierte en invisibles.

Chizhik Pyzhik

"Chizhik Pyzhik, ¿dónde has estado? En Fontanka, bebiendo vodka". En San Petersburgo, la estatua de un lúgano junto a una academia recuerda esta canción. Los alumnos, de uniforme amarillo y verde, solían acudir a beber a una taberna próxima.