«Vine a Galicia porque es el mejor sitio para vivir y por su sistema sanitario»

Alberto Mahía A CORUÑA

A CORUÑA

Nina Sefcik, eslovaca, está afincada en A Coruña desde hace un año y medio
Nina Sefcik, eslovaca, está afincada en A Coruña desde hace un año y medio Eduardo Pérez

Decenas de personas escucharon las experiencias de superación de cuatro mujeres llegadas de distintos países

29 nov 2019 . Actualizado a las 11:57 h.

Anna Diop podría salir adelante criándose en un tiesto. Lo que se propone, lo hace. Cueste lo que cueste. Nació en Senegal, y allí conoció a una familia coruñesa que hizo de todo para que ella y su hijo pudieran venirse a España. Sintió el racismo, trabajó y estudió de sol a sol y hoy tiene su propia peluquería, un negocio que ahora le empieza a ir muy bien.

Nina Sefcik vino de un país muy distinto y sus circunstancias nunca fueron tan dramáticas como las de Anna. Esta eslovaca más blanca que cualquier gallego y de ojos azules no supo jamás lo que es el racismo. Pero no le fue fácil echar a andar. Acabó en A Coruña por amor, por enamorarse de un gallego al que conoció en Dublín. Encontrar un buen trabajo no le fue sencillo. Pero tuvo «coraje» y montó su propia empresa de ilustración con buenos mimbres y muchos clientes. Nina, como Anna, coinciden en dos cosas. Una, son madres. La otra, que eligieron España no solo «por amor» o por «una vida mejor», sino también «porque es el mejor sitio para vivir y tiene el mejor sistema sanitario para criar a un hijo».

Estas mujeres inmigrantes y tan distintas contaron ayer sus experiencias en un abarrotado salón de actos del centro cívico de Os Mallos en un acto organizado por la oenegé Accem. Fue la presentación en A Coruña de la campaña #MujeresIN, mujeres inmigrantes que han superado situaciones de discriminación, etiquetas y prejuicios y son un ejemplo de integración laboral.

Y uno de los mejores ejemplos es el de Anna Diop. Jamás se quedó paralizada por las adversidades y la dureza de la vida. Ella se quita valor. Dice que todo lo que es se lo debe a un matrimonio coruñés que conoció en Senegal y la ayudaron a venir a España. Al principio, «cuidé a su hijo y me dieron casa, cariño y un techo». Luego el matrimonio regresó a África y le dejaron el piso gratis. Por las mañanas trabajaba de peluquera y por las tardes estudiaba hasta que sacó el curso. No le fue fácil que alguien le hiciese un contrato. «Sentó en mis entrañas el racismo. Entraba en una entrevista y al ver mi color de piel me decían que no». Así que montó su peluquería.

Nina Sefcik está también «encantada y feliz» en A Coruña. No ya por su gente, que es «maravillosa y muy amable», sino por la tranquilidad y la seguridad que le aporta una ciudad como esta para criar a un hijo. ¿Sentiste algún día el racismo» «No». La respuesta es rotunda.

Acabó en esta esquina de Europa tras pasar 7 años en Dublín, donde conoció al que hoy es su marido, un coruñés con el que decidió hace año y medio fijar su hogar en Galicia. ¿Lo peor de esta tierra». Responde tan rotundo como antes: «la burocracia». Es el único pero que le pone a un país del que, dice, no se irá jamás. «Aquí soy feliz y mis hijos lo serán también».