Los asaltantes de 10 chalés en A Zapateira en Halloween iban disfrazados de ladrones

Alberto Mahía A CORUÑA

A CORUÑA

Marcos Míguez

Los delincuentes, según la policía, «tienen pericia» e iban con el rostro cubierto para pasar inadvertidos entre los que celebraban la noche de los muertos

04 nov 2019 . Actualizado a las 19:04 h.

La noche de Halloween es, con diferencia, la que más vecinos de A Zapateira saca de sus casas. Es la noche en la que decenas de niños y niñas toman las calles en pandilla llamando a las puertas para pedir caramelos y la inmensa mayoría de las viviendas se adornan con brujas y telas de araña. ¿Cómo unos ladrones esperan a esa noche, con más gente que nunca de acá para allá, para cometer la oleada de asaltos más grande que se recuerda? Pues mimetizándose. Metiéndose en el papel de los vecinos, como unos disfrazados más. De negro y con capuchas. De esa guisa, sin que nadie sospechase de ellos, entraron en diez casas. Pueden ser más, pues la Guardia Civil no descarta que haya residentes que estén pasando fuera el largo fin de semana y se encuentren a su regreso la casa desvalijada.

Se cree que es un grupo de tres que se movían en un vehículo gris. Mientras dos se encargan de entrar a robar, el otro hace tareas de vigilancia y señala los objetivos. Y «no son mancos». Sabían lo que hacían. Los delincuentes a los que ahora se busca «son profesionales, de los que se dedican en exclusiva a la entrada en pisos vacíos», destacan fuentes policiales tras comprobar que no cometieron ni un solo fallo. «Entrar en una decena de viviendas en cuestión de tres horas y media es cosa de muy pocos cacos», añaden.

Así que este jueves pasado, en cuanto cayó la noche, con las calles llenas de niños y niñas disfrutando de Halloween, los ladrones se dieron una gran merendola de joyas y dinero. Concretamente, entraron en seis chalés de la exclusiva urbanización Aguas Mansas -en las calles Río Tambre y Río Anllóns-, una en los Olivos y otras tres en Vallesur. Entre la primera y la última hay cinco kilómetros de distancia. Y hasta en eso, en asaltar en distintas urbanizaciones tan separadas, se ve que son avezados delincuentes. Primero asaltan una, y cuando saben que en cuestión de minutos la zona va a estar tomada por la Guardia Civil, se van a otra, lejos de los agentes, ocupados en tomar declaraciones a las primeras víctimas. Y menos mal que quedó ahí la cosa. Pudo ser peor, pues en la urbanización Aguas Mansas fueron descubiertos por una vecina cuando entraba en su casa y los cacos huyeron.

En todos los hogares en los que entraron aprovecharon que nadie había dentro. ¿Cómo? Pues apostándose en una calle, bien ocultos o dentro de un vehículo bien estacionado, y en cuanto veían a una familia salir de casa con el coche, aprovechaban para acceder al interior. Una de las víctimas de Aguas Mansas salió de su vivienda solo una hora y al volver lo encontró todo revuelto y el joyero vacío.

Siempre acceden por una ventana del primer piso. Nunca por la planta baja, que es el lugar más blindado por las alarmas y fácilmente detectable por los sensores de movimiento. Ya dentro de los inmuebles, fueron directos a las habitaciones, donde están las joyas o el dinero. Lo revolvían todo y salían por donde habían entrado.

Otro asunto que convenció a los investigadores de que están frente a individuos con pericia y conocimientos de lo que se traen entre manos es que no se enfrentaron a nadie. Saben que de hacerlo el delito ya no sería de robo con fuerza en casa habitada, sino de robo con intimidación. La diferencia entre uno y otro son tres años de cárcel.

Saben también cómo domar a los perros. Una de las casas de Vallesur en la que entraron está custodiada por un rottweiler. El único que se encontraba en la vivienda a esas horas. Sin drogarlo ni causarle daño, lo metieron en su caseta y ahí lo dejaron encerrado mientras ellos ponían la casa patas arriba para llevarse las joyas de la propietaria, dejando una pequeña colección de relojes, objetos de valor que suponen una dificultad a mayores para ponerlos en el mercado sin dejar rastro. Cuando los propietarios regresaron a casa se encontraron la puerta abierta y pensaron que el perro se había escapado. Al no encontrarlo por la calle, regresaron, escucharon al can ladrar desde su caseta y en el hogar se llevaron «el susto de nuestras vidas».

Una mujer de la calle Río Tambre llegó a escucharlos y a verlos desde su ventana cómo trataban de entrar en el chalé de enfrente. Los ladrones, al verse sorprendidos, emprendieron la fuga.

La Policía Nacional desarticuló el grupo de los anteriores robos tras detener a un hombre y a una mujer: al primero lo arrestaron cuando trataba de huir tras entrar en una vivienda y a la otra ladrona la esposaron en la estación de autobuses, días después, cuando intentaba coger un bus a Alicante con parte del botín encimaTanto la Guardia Civil como las policias locales de ambos municipios se han coordinado para vigilar las urbanizaciones.

Poco después, Una patrulla de la Guardia Civil estuvo a punto de echarles el guante. A un vecino que circulaba por la urbanización Montegolf le llamó poderosamente la atención un vehículo gris que se introdujo en una carretera sin salida que da al monte. Los siguió con el coche y al ver que apagaban las luces dio la vuelta y llamó a la Guardia Civil. El testigo acompañó a los agentes a la zona y ya se habían ido.