De vías de tranvía a trampa de conductores

Eduardo Eiroa Millares
E. Eiroa A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

As Lagoa, la cárcel, Adormideras y las Ánimas son las zonas más deterioradas de la línea

16 oct 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El 2 de julio del 2011 descarriló el último tranvía que circuló por A Coruña. Ese accidente llevó a cocheras al vehículo, de donde no volvió a salir. Desde entonces han sido muchos los ciclistas, motoristas y conductores de turismos que han descarrilado también en los mismos raíles, pero no por salirse de ellos, sino por todo lo contrario.

El agua y el acero se llevan mal, sobre todo cuando llueve. Las vías, como el pasado domingo, se convierten en una superficie deslizante y peligrosa, con pilotos que han acabado ingresados de gravedad en el Chuac tras haber caído allí.

El tranvía se fue, pero las vías se quedaron, y los ocho años que llevan sin uso ni mantenimiento -más allá de parches de asfalto- han empeorado su situación.

Ningún gobierno local desde entonces ha decidido qué hacer con esas vías, si quitarlas o volver a ponerlas en activo. Ahora la alcaldesa, Inés Rey, se compromete a dar una respuesta en cuestión de semanas a ese problema. 

Dos millones en el 2011

Reponer el tranvía no será barato. En el 2011, cuando dejó de funcionar, ya se estimaba que dejar en buen estado la infraestructura costaría unos 2 millones de euros. Sin apenas inversión desde entonces -se intervino mínimamente en el tramo de Riazor y Matadero- hoy volver a poner todo en marcha será, por fuerza, mucho más caro.

La otra opción pasa por eliminar las vías. Arrancarlas no resultará barato, pero cabría la posibilidad, sencillamente, de taparlas con asfalto.

La única línea existente hacía el recorrido entre las Esclavas y el castillo de San Antón. Son poco más de seis kilómetros de los que dos -los que van de las Esclavas a los surfistas- discurren por un carril segregado que hoy se ha convertido en un espacio con agua apozada y sin uso alguno.

Esos 2.000 metros podrían convertirse en una plataforma para uso ciclista o para la práctica de otros deportes si al final desaparecen los raíles.

Su mal estado ya no afecta solo a una hipotética vuelta del tranvía, afecta sobre todo a quienes circulan por el paseo. De hecho, es habitual que los conductores lo hagan por los carriles de la izquierda evitando acercarse a los raíles.

El tramo en peor estado sigue siendo el que va desde la Torre a San Antón, a lo que hay que sumar el punto negro de As Lagoas. No es que las vías estén muy mal allí, es que todo el asfalto está cuarteado y deslizante y en el surco que ocupan los raíles se apoza el agua. Ahí los accidentes se repiten con regularidad. 

ANGEL MANSO

Por la cárcel

En el tramo que discurre frente a la antigua cárcel la situación también es preocupante. Allí el asfalto se despega de las vías y crea auténticos baches en torno al metal donde es fácil caerse si se circula en vehículo de dos ruedas. De cuando en cuando se rebachea, pero hace falta una solución definitiva para esa zona. 

Adormideras

El cruce hacia la avenida de Navarra, cerca de la glorieta de Adormideras, también resulta peligroso para bicis y motos. Estas deben atravesar esos firmes en perpendicular, pero allí, para salir, se cogen casi en paralelo, lo que aumentar el riesgo de meter una rueda en el hueco y de tener una caída. 

MARCOS MÍGUEZ

San Antón

Frente a la Hípica el recorrido del extinto tranvía se ha transformado en un aparcamiento con hierba creciendo entre los raíles. Ahí queda operativo carril y medio de paseo, sin la pintura horizontal apropiada a la situación. Peor es la situación en las Ánimas, donde las vías están claramente levantadas sobre el nivel del firme y el peligro al rozar con ellas es mayor. Capítulo aparte merecen las olvidadas paradas de ese transporte. Tanto la de San Antón como las de Esclavas están llenas de pintadas y sin ningún mantenimiento.