Rafael Cobo: «En Monte Alto se vive el carnaval de otra manera, es una cosa única»

FErnando Molezún A CORUÑA

A CORUÑA

EDUARDO PEREZ

Participa en el Torneo Choqueiro de Petanca que se celebra mañana en San Amaro

04 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Rafael Cobo nació hace 72 años en Granada, se crio en Madrid y su trabajo de cocinero le trajo hasta Galicia, donde finalmente se quedó porque fue a caer nada menos que en Orillamar. Y una vez descubiertos los encantos de las Atochas, la calle de la Torre, San Amaro y Monte Alto en su espectro más choqueiro, ya no pudo -ni quiso- moverse de allí. Ahora está volcado en el Club de Petanca Coruña, con el que organiza mañana un «torneo choqueiro».

-No nació aquí, pero vive el carnaval como el mayor choqueiro de todos.

-Es que en Monte Alto se vive el carnaval de otra manera, es algo único, no tiene nada que ver con el resto de la ciudad. Pero sí que me vino algo de mis ancestros. Aunque me crie en Madrid, vengo de Granada, y mi padre siempre tuvo aquello de la juerga muy presente. Eso me lo transmitió, porque siempre he sido muy de fiestas y jolgorios.

-¿Se disfrazará mañana para recorrer la calle de la Torre?

-Lo tengo pensado, pero no te puedo anticipar nada. Porque lo que quiero es, precisamente, que no me conozcan. Te quedas sin exclusiva.

-Militó incluso en una de las grandes comparsas de la ciudad.

-Estuve en la comparsa Montealto a 100 casi doce años, que cuando los veo me emociono de pensar lo que ha crecido y los buenos ratos que pasé con ellos. Pero lo he dejado todo por la petanca. No da tiempo a todo.

-Pero va a mezclar petanca con carnaval mañana en el torneo que organiza el club al que pertenece.

-Vamos a jugar dupletas de cuatro equipos, pero la idea es venir disfrazados. Será el primer torneo que hagamos simplemente para que la gente se divierta y, de paso, captar a nuevos jugadores, que la gente descubra la petanca. Es más entretenimiento que competición.

-¿De dónde le viene la pasión por la petanca?

-Empecé en la década de los setenta, con veintitantos años. De aquella panda quedamos unos tres. Jugábamos en la dársena de la Marina, donde estaba la oficina que fue de Sanidad, frente al Capri. Precisamente teníamos la sede del club allí, en la cafetería Capri, y su dueño jugaba con nosotros. Estuve unos diez años jugando, de 1970 a 1980, más o menos. Y luego lo dejé porque me puse a jugar al tenis. En aquellos años llegamos a ser unos seis clubes en la ciudad. Pero se fue dejando, cada uno por sus propios motivos, y terminó muriendo.

-¿No tenían apoyos?

-La verdad es que las administraciones siempre se portaron muy bien con nosotros a la hora de organizar torneos y darnos trofeos, pero cuando hablábamos de instalaciones, nada de nada. Ahora tenemos estos campos de San Amaro, pero con el tiempo espero que podamos llegar a disponer de unos cubiertos, porque aquí la lluvia ya sabes cómo se las gasta...

-Llegó a jugar a nivel profesional.

-Tengo unos 18 trofeos y fui seleccionado para jugar el campeonato de España de 1976, que se jugó en Vigo. Allí estábamos, de Galicia, cuatro equipos: tres de Vigo y uno de A Coruña. El campeonato lo ganaron unos catalanes. Es que allí la petanca es como una religión. Estaban mucho mejor preparados que nosotros, la verdad. En Vigo también había, y sigue habiendo, una gran afición. Actualmente debe haber más de 40 equipos, y cada barrio tiene sus canchas.

«En 30 años he podido casar a dos generaciones de coruñeses»

A pesar de haber nacido en Granada Rafael Cobo es un coruñés de toda la vida. Es más, puede presumir de ser el hombre que más parejas ha unido en matrimonio a través de su cocina, de toda la ciudad, tras haber estado al frente de la cocina del Hotel Finisterre durante casi treinta años.

-¿Cómo terminó un granadino criado en Madrid en A Coruña?

-Mi familia se mudó a Madrid y allí empecé trabajando en el aeropuerto de Barajas. De allí me vine al Hostal de los Reyes Católicos, donde conocí a mi mujer, que era la fotógrafa del hotel. Pero Santiago se nos quedó pequeño y nos vinimos aquí. Entré como segundo jefe de cocina del Hotel Atlántico, donde estuve ocho años, hasta que me llamaron del Hotel Finisterre, que es donde terminé mi carrera después de 29 años y medio como jefe de cocina.

-¡Pues sí que no ha debido de celebrar banquetes de boda en todo ese tiempo!

-Pues en esos treinta años he podido casar a dos generaciones de coruñeses. Los que se casaron con veintitantos y a sus hijos. Quizás una de las bodas que recuerdo con mayor cariño fue la del hijo de mi amigo Carlos Folgueira, O Rei das Tartas, que vino a celebrarla aquí desde Mondoñedo. Por el Finisterre pasó muchísima gente… Recuerdo el día de las Fuerzas Armadas que vino el Rey y tuvimos que organizar el ágape en el Ayuntamiento para más de mil personas. Y al día siguiente, dar de comer a todas las autoridades en el Finisterre, más de quinientas personas.

-También ha tenido que dar de cenar a un sinfín de músicos y artistas. ¿Tenían muchos caprichos?

-Sí, pero eso si tal ya te lo cuento a nivel personal, no para que lo publiques. ¡Lo que yo he visto y vivido!

Bolas fetiche

A pesar de que Rafael Cobo tiene unos cuantos juegos de bolas de petanca, siempre usa el mismo: «Tengo el privilegio de tener las bolas más antiguas que hay en A Coruña. Es un juego que me trajeron en 1971 de París, de los almacenes Lafayette. Y aún conservo la licencia de la Federación de Bolos, apartado de petanca, de 1977, con el número 8.000. Hoy en día creo que anda por el 50.000», recuerda.