«No me robaron, me mataron»

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Un hombre pide ayuda para recuperar una cruz de oro de gran valor sentimental que le hurtó una mujer

20 feb 2019 . Actualizado a las 21:06 h.

E.P.L. sale siempre en las fotografías familiares con un crucifijo de oro colgado al cuello. Nunca se lo quitó. Parecía que había nacido con la joya pegada al pecho. Fue un regalo de su esposa cuando cumplieron 30 años de casados y quien los conoce sabe el cariño que este hombre que cumplió los 80 siente por esa cadena y por la mujer que se lo dio.

Con la joya estaba el pasado viernes esperando a su esposa a las puertas del centro cívico de Labañou. Se veía bien porque la cruz tiene su tamaño. En eso apareció una mujer. Se le acercó y le mostró un carné con su fotografía y en el que se podía leer «algo así como asociación de ayuda a niños minusválidos». E.P.L. la escuchó y, como siempre hace cuando le piden ayuda, sacó su cartera. «Le dije que si era para los niños minusválidos habría que hacer un esfuerzo», recuerda el hombre, que en ningún momento sospechó que eran malas las intenciones de aquella mujer. Pero no había ni abierto la billetera, cuando la malhechora le echó mano al crucifijo y, «sin saber muy bien cómo lo hizo», huyó con la joya. E.P.L., que pese a sus 80 años está como un roble, corrió tras ella pero no le dio alcance. En ese momento sintió que le arrancaban parte del cuerpo.

Cuando le preguntaron en comisaría cuál era el valor de la joya, E.P.L. no supo qué responder. Cómo poner precio al regalo de su esposa. «¿Qué cuesta una cruz que con tanto amor y esfuerzo me dieron? ¿Tres millones? ¿Cuatro?». Eso es incalculable. Lo de menos es el precio que pagó», dice. Para él, «lo que importa es el valor sentimental y para mí esta cruz suponía mucho».

Manuel no le da importancia alguna a lo material. Hay cosas muchísimo más importantes. Por ejemplo, que en unas semanas celebrará con su esposa las bodas de diamante. Sus hijos los llevarán de viaje y pasarán todos juntos una semana en el campo. Pero eso no quita que el robo de la cruz lo tenga «muy triste».

Nunca se la quitó hasta que el viernes se lo quitaron. Fue una mujer. Le dio un tirón y huyó con él. Nada se sabe de ella desde entonces. La policía la busca y las tiendas de compra y venta de oro ya están avisadas por si la malhechora decide vender la joya. 

Retrato robot

La asaltante es de origen sudamericano, de mediana edad, fuerte, medirá unos 160 centímetros, tiene el pelo negro, de media melena, su rostro es redondo y para atracar a las personas mayores primero las engaña pidiéndoles un donativo para los niños minusválidos. Cuando ve que la víctima baja la guardia, como ocurrió este viernes, les despoja de los objetos de valor que tengan. Ocurrió al mediodía, frente al centro cívico de Labañou.

«El daño que me hizo esa mujer y el dolor que me produjo es inimaginable. No me robaron, me mataron. Pero además, siento rabia porque esa mujer puede seguir por ahí agrediendo y robando a la gente mayor», concluye la víctima. Su hijo Javier reclama que se vuelva a activar la policía de barrio, para evitar que los mayores se enfrenten en solitario a este tipo de sucesos.

«Hay barrios con mucha gente mayor y delincuentes que tienen a esas personas como sus principales víctimas. Desalmados que se aprovechan de las limitaciones de los ancianos para engañarlos no pueden seguir asaltando a sus anchas. Es necesario una mayor presencia policial en zonas o lugares frecuentados por gente mayor», exige el hijo. No ha sido el único caso de robos en la zona. Esta pasada semana robaron en una clínica de fisioterapia y también se detectó a una persona sospechosa en una peluquería.