También las palomas salen de recados cada día por las calles de la ciudad coruñesa
11 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.He quedado en la plaza de Pontevedra con un amigo, pero como he llegado con unos minutos de antelación, me dedico a buscar pájaros. Así es como, en lugar de sacar el móvil para picotear con el dedo en las redes sociales, termino observando cómo varias palomas picotean el suelo.
Dos urracas arman jaleo en los árboles. Algunas gaviotas comprueban su aerodinámica entre las ráfagas de viento. Un oscuro cormorán, seguramente procedente de las islas de San Pedro, cruza este tramo del istmo de la ciudad rumbo al puerto. Muy interesante todo, pero hoy me da por mirar palomas.
No son torcaces, esas más grandes y con una vistosa marca blanca en la parte posterior del cuello, sino de las que llamamos domésticas, aunque hace mucho que dejaron de serlo. Ahora son más bien callejeras. Porque aquí en el centro de la ciudad, que yo sepa, nadie se dedica a su cría. Estas se buscan ellas solas la vida por calles y plazas. Y también cielos, claro.
La actitud de las que estoy mirando es, de hecho, parecida a la de los humanos que pasan junto a ellas. Sus recorridos atentos al suelo solo pueden adscribirse a ese tipo de actividad que denominamos, de manera genérica, ir a hacer recados.
Groucho Marx
Casi siempre que observo con atención una paloma, me acuerdo de Groucho Marx. No porque estas aves se den un aire parecido al de Margaret Dumont, la actriz que solía representar en las películas de los Marx a una viuda rica a la que Groucho cortejaba por su dinero. Es por aquella frase que este repetía en los teatros de Broadway durante la Gran Depresión: «No entiendo nada de economía -decía- pero sé que cuando los neoyorquinos alimentan a las palomas de Central Park, las cosas van bien; pero cuando las palomas de Central Park alimentan a los neoyorquinos, las cosas van mal».
¿Cuántos palomares llegaría a haber en esta ciudad y su entorno cuando los pichones aún llegaban con frecuencia a las mesas, y no precisamente volando? En el capítulo dedicado a las empanadas de su célebre obra La cocina práctica el alcalde Picadillo dedicó varias páginas a la receta de una elaborada con pichones rellenos, que anotó en la comarca de Bergantiños. Como alarmadas por mis reflexiones, las palomas echan a volar hacia el tejado del Manhattan. Aunque las haya espantado un perrito, me disculpo igual ante la estatua de la paloma de la paz de Picasso, y dedico los siguientes segundos a repasar cuánto debemos a estos animales, más allá de ese símbolo que preside la plaza de Pontevedra. Por ejemplo, a su capacidad de orientación. Una de las agencias de noticias más importantes de la historia, Reuters, debe su éxito inicial y decisivo a sus eficaces escuadrones de palomas mensajeras.
Suena un aviso en mi móvil. Picoteo en la pantalla. Mi amigo se retrasa un poco. Si me apuro, me da tiempo a hacer un recado que tenía pendiente. Pero he de darme prisa. Me voy, también yo, volando.