Marga Boga: «Llevo escritas muchísimas tarjetas de amor apasionado»

A CORUÑA

MARCOS MIGUEZ

La propietaria de la floristería Madreselva cumple 30 años en la profesión, a la que llegó impresionada por las tiendas del barrio londinense de Portobello

10 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Por la calle la saludan todas las personas que nos cruzamos. En los cinco minutos escasos que estuvimos en su establecimiento atendió una llamada y a una persona que quería unas hortensias, que es esta época son de invernadero. «Vendo más flores por teléfono que en el mostrador. Son muchos años de florista y la gente me conoce y confía en mi criterio», comenta Carmen Margarita Boga Moscoso, que el próximo 22 de febrero cumple los 60. «Este va a ser mi año, que el anterior fue difícil por distintos motivos», afirma, mientras da un sorbo a un café con leche sin lactosa. Presume de sus orígenes en Sigrás. «Es una maravilla de pueblo». Estudió en el Eusebio da Guarda y soñaba con ser auxiliar de vuelo. «Hasta me presenté a las pruebas de Iberia», recuerda. Pero le surgió la oportunidad de ponerse al frente del local de venta de flores y plantas que había en la plaza de Orense. Tiempo atrás se había quedado impresionada con los negocios de flores londinenses de Portobello y se convirtió en florista en 1988. «Era un sitio auténtico. Estaba el estanco de Purita, los bocatas de calamares de Encarna, el quiosco de Lola y los taxistas de alrededor cotilleando», relata sonriente. Lleva más de tres décadas con Madreselva, ahora en las galerías de Torres & Sáez con entrada por Federico Tapia. Me siento a gusto con ella. 

El estilo provenzal

Lo tiene claro. «No soy ni jardinera ni decoradora. Lo que sucede es que, con el paso de los años, aprendes a ver los espacios. Creo que sé combinar muy bien los colores», asegura. Los ranúnculos, peonías, fresias o las anémonas son sus favoritas. «En general, me encantan las de primavera. No suelo usar el clavel y el gladiolo, que tienen connotaciones funerarias», destaca. Hablamos de la temporada de bodas que se acerca y de lo que se va a llevar. «Las bodas que salen en el Hola marcan mucho la tendencia. Y, por ejemplo, los arcos de flores en la entrada de la iglesia como los de Harry y Megan también fueron muy demandados y se pusieron en tendencia», resume. ¿Para este verano? «Estoy deseando que acabe la moda de todo tan casual. Volver a lo blanco y menos provenzal, menos silvestre, eucaliptos y cardos. Le gente me viene con las fotos y a veces los colores no se ajustan a la realidad. Odio el Pinterest», analiza Marga, que reconoce que en su casa solo tiene dos plantas. Me enseña fotos de sus trabajos en grandes eventos, bodas y celebraciones, pero me pide discreción. «Puse las flores en el consejo de ministros que presidió Aznar en María Pita. Cuando salí del ayuntamiento estaban los de Nunca máis», recuerda. 

Por San Valentín

Está separada y no tiene hijos. «Estoy enamorada de mis cinco sobrinos», asegura. Ahora que San Valentín está a la vuelta de la esquina me cuenta algunas anécdotas. «Mandé algún ramo de flores que vino de vuelta, que no fue aceptado. A la hora de los textos muchas veces me los dictan y otras me dicen que ponga algo yo. Llevo escritas muchísimas tarjetas de amor apasionado». Recomienda no insistir siempre con la rosas rojas. «La belleza de la flor es el detalle. Un ramo de tulipanes está bien, o rosas de otro color, o un buen centro», aconseja. Le gusta viajar. Me cuenta que llevó a su sobrino a Disney de Orlando y «no dejé de trabajar por teléfono. Es que la gente si no estoy yo no encarga las cosas». Dice que su principal virtud es la honestidad y se muere de risa cuando le pregunto por su defecto más acusado. «No soy muy puntual. En el trabajo sí, pero cuando quedo con los amigos suelo llegar tarde», confiesa.