Belén Sánchez: «María Pita me encanta y la plaza de Lugo me estresa»

A CORUÑA

ANGEL MANSO

Santanderina, madre de dos hijos coruñeses y propietaria de un spa sin agua en María Pita, la empresaria ha consolidado su negocio en apenas dos años y medio

27 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Reconoce que mucha gente le dijo que «estaba loca». Pero dos años y medio después de montar un spa oriental en María Pita está «encantada. Hasta tengo clientes que hablan balinés con las masajistas. Es como estar en el sudeste asiático sin salir de la plaza», apunta Belén Fernández Sánchez. Dice que utiliza más el segundo apellido, «por mi madre». Es de Santander y lleva 14 años en A Coruña. «Vine por mi marido, que le surgió un trabajo aquí. Iba a ser por un año, pero... Echo de menos a los amigos y las rabas. Pero aquí estamos muy bien», comenta. Tiene 38 años y es madre de dos niños de 11 y 8. «Ellos son galleguiños», apunta sonriente. Charlamos en el bar Atlántico, un coqueto café situado justo al lado de su negocio. Son las siete de la tarde del miércoles y estamos prácticamente solos. Fuera, apenas hay movimiento de gente. «Me gustó el local por la plaza. Es un lugar tranquilo, excepto días como la cabalgata de Reyes o cuando hay festivales. María Pita me encanta y la plaza de Lugo me estresa», asegura.

El proyecto oriental

Trabajó de azafata de congresos e imagen. Hizo Turismo y se empleó en distintas empresas. «Siempre tuve jefe y la ilusión de mi vida era tener mi propio negocio. Mi socio es un amigo de toda la vida. Su hermano vivía en Malasia y contaba cantidad de cosas de allá. Acabó montando un spa urbano oriental en Santander, que es similar a este. Copiamos el modelo del sudeste asiático», explica. «Es un spa sin agua. Trajimos a cinco masajistas balinesas. El cambio para ellas fue importante. Cuando las llevé a la nieve pensaban que era un sueño». Dice que entre su clientela hay tantas mujeres como hombres. «El masaje sueco es muy relajante, el balinés es más descontracturante y para aplicarlo se utilizan los codos, además de las manos. La gente también se anima con el tailandés. Y el masaje a cuatro manos es el regalo estrella. Es una sensación única sentir por un lado y por otro», indica. Belén sabe muy bien la necesidad de cuidar el cuerpo. «Tuve un accidente de coche y las secuelas son unos problemas de espalda. Hago Pilates y, si puedo, voy a nadar. Nosotros damos masajes y ofrecemos tratamientos de belleza básicos, no anticelulíticos y cosas así. Solo utilizamos productos naturales y aceite de almendras. Y si alguien nos dice que está mal, o que le duele algo, lo mandamos al fisioterapeuta», sentencia. 

En A Laracha

Es de una ciudad grande, trabaja a unos metros del palacio municipal de María Pita y vive en A Laracha. «Es un sitio donde todavía se mantiene la relación con los vecinos, las puertas abiertas. Los niños pueden ir en bici por la calle a hacer un recado», analiza. Dice que es impresionante «la cantidad de gente que viene a A Coruña, y de muchas nacionalidades. Por eso me gusta estar en la recepción». Mientras charlamos tiene el móvil en el bolso. «A los clientes también les decimos que lo dejen, pero no todos lo hacen». Me desvela una de sus pasiones, el saxo. «Hasta saqué una plaza en su día en un ayuntamiento. Sigo practicando con el saxofón para no perder lo aprendido». Es positiva, alegre, inquieta, familiar... «No soporto las mentiras. Y tengo que tener todo ordenado. Soy muy tiquismiquis». Aunque echa de menos las rabas cántabras, dice que aquí «todo está bueno, tanto la carne como el pescado. Tengo buen paladar», comenta esta emprendedora a la que le gusta pasear por Caión. Pero una y otra vez me habla de su spa urbano. «La gente tiene claro lo que somos. Nadie se confunde. Vienen amigas, parejas que quieren darse el masaje al mismo tiempo, madres e hijas... Los fines de semana y en fechas como San Valentín es una pasada», asegura en la plaza de María Pita.