Hacer música con lombrices

Antonio Sandoval Rey

A CORUÑA

antonio sandoval rey

Ya podemos escuchar a los zorzales comunes cantar desde las copas de los árboles

19 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Llevo un rato observándolo de lejos. Su silueta destaca entre la hierba como la de un perro de raza pointer marcando una pieza en mitad de una pradera. Su actitud es muy parecida. Permanece rígido, estirado, alerta, con todos sus sentidos concentrados en algo que sucede a pocos centímetros de él. Sus ojos leen con intensidad algo escrito en un alfabeto que yo, por mucho que lo intente, o imagine, jamás seré capaz de comprender con exactitud.

Cuando de nuevo se precipita entre piso más verde de este parque de Santa Margarita y extrae de allí una larga lombriz, vuelvo, como ante tantas otras aves, a pensar en feroces dinosaurios depredadores. En concreto, en aquellos terópodos llamados manirraptores de los que, según tiende a sostener hoy la ciencia, proviene toda la estirpe de las criaturas emplumadas.

Caza veloz

Si Hollywood consagró a los velociraptores como los más famosos de los manirraptores, la acción de caza de este zorzal ha sido tan veloz que apenas he tenido tiempo más que para comprender qué ha sucedido. La rapidez de su ataque a la presa que ahora desaparece por su pico hasta me resulta cómica, porque las lombrices no son precisamente seres supersónicos.

Imagino que en esa vertiginosa embestida hay a la vez mucha genética depredadora, bastante apetito y, sobre todo, en esta época del año, necesidad de sobradas energías para cantar. Porque estamos ya a finales de enero, los días crecen poco a poco y para los zorzales comunes ya no basta con mantener una dieta de supervivencia. Hace ya unos cuantos días que sus relojes internos les han avisado de que ha vuelto su temporada de conciertos. Y resulta que para crear melodías, las más hermosas que sea posible, hay que estar en forma.

También caracoles

Así es como los zorzales transforman las lombrices en música: a través de su instinto cazador, del trabajo de su organismo y de una irremediable tendencia a la polifonía. En su caso, a subirse a las ramas más altas de los árboles y desde allí emitir una de las combinaciones de sonidos más hermosas de cuantas pueden escucharse en Galicia hasta bien entrada la primavera.

Porque si en el sureste de nuestra Comunidad, y en general de Europa, es el ruiseñor común quien siempre se lleva los primeros premios de los certámenes filarmónicos naturales, en esta otra latitud nuestra, donde esa especie no llega, su lugar lo ocupa para muchos melómanos el zorzal común. Su afición por cantar sin exponerse demasiado, desde un lugar algo oculto, como un solitario y algo tímido barítono, añade más misterio a su voz, fuerte, limpia y rebosante de matices.

Ahora ha encontrado un pequeño caracol. Lo lleva hasta una piedra, lo golpea contra ella hasta romper su concha y se lo come. Cuando se va volando con actitud satisfecha, me acerco hasta allí a observar los restos. Parecen los de un paquetito que contenía un acorde muy especial.

Dónde observarlos

Para observar, y escuchar, zorzales comunes hay que acudir a aquellos parques y jardines que reúnan al mismo tiempo amplias zonas de hierba y arbolado de buen tamaño.

Macho y hembra

Cada zorzal tiene sus piedras favoritas para romper caracoles. Es fácil encontrarlas al pasear por el campo, rodeadas de trocitos de conchas.