Muere acuchillado un dominicano que venía a ver a la familia a Betanzos

Dolores Vázquez BETANZOS

A CORUÑA

El agresor huyó en taxi y pidió bajar en una pista a cinco kilómetros de distancia

30 dic 2018 . Actualizado a las 23:53 h.

«Mataron a Papito» fue la frase más repetida este domingo por la mañana en Betanzos. El suceso, un apuñalamiento, se produjo a las tres de la madrugada en la Rúa da Cañota, delante de la Adega do Pino, en el casco histórico brigantino. El fallecido, Maximino Feliz Ramírez, era un dominicano de 44 años muy conocido en la zona, adonde llegó hace más de una década, aunque ahora residía en Canarias, donde trabajaba como marinero. Su familia indicó que había venido a «pasar unos días» y que «el día 6 se marchaba a Santo Domingo porque llevaba ocho años sin ver a sus hijos». La mala suerte hizo que la noche del sábado tropezara en su camino con un colombiano que lleva residiendo unos cuatro años en Betanzos y que también es muy conocido en el ambiente nocturno.

Testigos del suceso indicaron que primero se enzarzaron en una fuerte discusión que derivó en golpes y, posteriormente, el asesino regresó y le dio tres puñaladas sin darle tiempo a zafarse. El arma le alcanzó órganos vitales: corazón, pulmón y abdomen. Cayó desplomado en la acera sin que se pudiera hacer nada por salvarlo.

Algunos vecinos decían que eran amigos y se llevaban bien; incluso una de las hermanas de la víctima reconocía -sin atreverse a culpar a nadie de la muerte de Maximino Ramírez- que conocía al hombre que la Guardia Civil buscaba mostrando una foto desde la madrugada, pero que no sabía qué había sucedido ni quién lo había asesinado. Relató, muy afectada, que la policía fue a su casa a informarla de que le había ocurrido algo a su hermano y le reveló, a los pocos minutos, que había fallecido.

Había bastante gente en la calle en el momento en el que sucedió el crimen. Varios testigos indicaron a las fuerzas de seguridad que el presunto agresor, que vive a escasos metros de donde sucedió el asesinato, emprendió la huida hacia la plaza García Naveira, donde está la parada de taxis, y cogió allí un vehículo.

«Llegó nervioso, frotándose la cara y la boca, como si hubiera andado a golpes, respiraba fuerte», explicaba ayer por la tarde uno de los taxistas que estaba esa noche trabajando y que, aunque vio al supuesto agresor, no llegó a sospechar en aquel momento que su desasosiego tuviera nada que ver con algo delictivo. El hombre subió al taxi y pidió ir a la zona de A Condesa; allí paró y timbró en un portal, pero no obtuvo respuesta. Continuó en ese mismo taxi y le dijo al conductor que lo llevara a un camino de Guiliade, a menos de cinco kilómetros de donde sucedieron los hechos.

Ahí se pierde su pista. La Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la Guardia Civil, que instruye la investigación, proseguía ayer intentando dar con su paradero. El agresor, sin oficio conocido y con antecedentes policiales, presume entre sus vecinos de tener el cuerpo plagado de cicatrices, que no dudó en mostrar en más de una ocasión. Frecuentaba los bares, donde lo describen como una persona muy educada y donde, en los últimos tiempos, pedía cerveza sin alcohol. Algunos vecinos comentaron que «bebido se descontrolaba».

En cuanto se alertó del suceso, la Policía Local de Betanzos llegó a la zona, y también agentes de la Guardia Civil, que acordonaron los accesos a la calle donde se produjo el apuñalamiento y con linternas se pusieron a buscar posibles restos. Levantado el cordón de seguridad, por la mañana aún era posible ver un gran rastro de sangre, que posteriormente fue limpiado por Protección Civil. Mientras, en las inmediaciones de la casa del supuesto agresor hacía guardia una patrulla. 

«Pedazo de pan»

«A desgraza no ten nin día nin hora, era moi bo rapaz, tiña unha moza galega e veu pasar as festas coa familia, levábase ben con todo o mundo, era un pedazo de pan», explicaba Jenny Tonete, que regenta un bar a escasos metros de donde sucedió el crimen y comentaba que la víctima estaba muy ilusionada con ver a su familia. Maximino Ramírez había llegado hacía solo unos días para estar con su madre y sus hermanas, ya que una de ellas acaba de llegar de Suiza.

«É véspera de festa e non se move nada, isto é unha anormalidade»

Juan Villaverde regenta el Candil, un bar próximo a donde sucedieron los hechos, y reconocía ayer que el crimen se produjo en una zona nada conflictiva. «A xente estase reservando para Fin de Ano, é véspera de festa e non se move nada, isto é unha anormalidade», reconocía el hostelero. Por su parte, desde el Concello de Betanzos mostraron ayer su pesar por el crimen y lamentaron que estas fechas se vean empañadas por un hecho luctuoso que consideran «aislado». Asimismo, trasladaron a la familia y amigos del fallecido su pésame. En otro orden de cosas, puntualizaron que desde la Policía Local se mantiene una estrecha colaboración con la Guardia Civil para dar con el paradero del presunto agresor y aclarar las causas de la agresión. 

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