«Tendrían que morirse todas las palmeras para erradicar al picudo rojo»

Mila Méndez Otero
mila méndez A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Santi M. Amil

Carmen Salinero es la jefa de servicio de la Estación Fitopatolóxica do Areeiro

20 dic 2018 . Actualizado a las 11:03 h.

En su laboratorio están acostumbrados a lidiar con plagas. La del picudo fue, y sigue siendo, uno de los retos más complicados. 

-¿Qué aprendieron del coleóptero en este tiempo?

-Que ha sabido adaptarse a lo que encontraba. Al principio, el picudo rojo era muy selectivo. Parecía que solo atacaba a un tipo de palmera, a la canaria. Cada vez se instala en más huéspedes.

-El paisaje en muchos puntos de su provincia es desolador...

-Sí, puedes recorrer kilómetros de carretera, sobre todo en la costa, y solo ves palmeras decaídas, cuando no únicamente el estípite (el tallo) de pie.

-¿Puede controlarse la plaga?

-Sí puede contenerse, hay ejemplos en España, pero implica dedicación y dinero. Hablamos de plantas ornamentales, la mayoría en propiedades privadas, y de tratamientos que pueden ir de los 300 a los 600 euros de gasto anual en fitosanitarios. Además, que una persona a título individual cuide su palmera no evita que la epidemia continúe si en las otras palmeras que hay alrededor no se hace nada. Por encima, si es caro protegerlas también lo es deshacerse de ellas una vez que ya no tienen cura. No es lo mismo cortar su tallo que el tronco de un carballo. Además, luego hay que eliminar todos los restos del ejemplar. El bicho puede seguir reproduciéndose y creciendo ahí hasta que tenga comida.

«Las palmeras son parte de nuestro pasado antillano»

-¿Por qué duele tanto la pérdida de estas plantas si, como dice, son ornamentales?

-Son parte de nuestro pasado antillano. Si os fijáis, en las casas donde había más posibles, en las más nobles, por así decirlo, las palmeras se colocaban en la entrada, para que se vieran. Eran un símbolo de distinción. En las casas más humildes solían plantarse en la parte de atrás. Es algo cultural que parece que va en nuestro ADN.

-¿A Coruña corre el riesgo de que le suceda lo mismo que a Pontevedra?

-El clima es prácticamente el mismo, no hay nada que se lo impida. Sé que el Ayuntamiento ya está tomando medidas preventivas, incluso en espacios privados.

-Varios Concellos y técnicos han criticado a la Xunta por eliminar la consideración de plaga.

-Pero es que eso no depende de la Xunta. Es una directiva europea. Hay unos plazos máximos y el picudo ya no está en cuarentena. Entró por Portugal y se ha extendido por todos los países donde hay palmeras.

«Tenemos que acostumbrarnos a convivir con él. No creo que se pueda erradicar»

-¿Hay picudo para rato?

-Tenemos que acostumbrarnos a convivir con él. No creo que se pueda erradicar. Una vez que el organismo se habitúa a estar aquí, es muy difícil. Tendrían que morirse antes todas las palmeras.