Patrimonio niega haber recibido la obra de reforma de la calle del Rosario

La Voz A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

El retraso depende de la Xunta, según María Pita, y mantiene la vía semicerrada

13 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Presupuestada en 806.000 euros, sometida a un plazo máximo de ejecución de seis meses a partir de la firma del contrato, pero sin fecha de comienzo prevista, la reforma de la calle Nuestra Señora del Rosario, hundida en lo material y lo inmaterial, ha entrado en un limbo que está por ver qué lugar reserva a los justos. Las últimas quejas vecinales, expuestas en pasquines sobre escaparates vacíos y fachadas de las inmediaciones de la Ciudad Vieja, aluden a un «bloqueo» de la Xunta, que a través de la oficina de Patrimonio estaría impidiendo el comienzo de las obras anunciadas sine die por el Ayuntamiento el 31 de octubre.

A la Consellería de Cultura, sin embargo, no le ha llegado documento alguno del gobierno municipal sobre el que deba emitir dictamen. En los registros del Servizo de Patrimonio y de la Xefatura Territorial «a día de hoxe [ayer] non consta que entrara ningún proxecto nin documentación en relación coas obras de urbanización da rúa do Rosario», detallan fuentes de la consellería, que confirman que la existencia de restos arqueológicos en el subsuelo obliga a informar cualquier actuación que se planee.

Y efectivamente, a este trámite derivado de los cimientos de la muralla medieval que discurría por la línea que hoy configura la calle -la circunvalación de la Ciudad Vieja, a continuación de la Maestranza, como recoge el Pepri- se refirió el ayuntamiento a finales de octubre para justificar el retraso en la obra frente a las reformas de Damas, Cortaduría y Maestranza, que se abordarán de inmediato.

A falta de información municipal, solicitada por este periódico, sobre el envío de una documentación que Patrimonio afirma desconocer, vecinos del centro histórico presentes en la reunión con el concejal de Rexeneración Urbana indicaron que el Concello no descarta explorar vías de tramitación alternativas para evitar el informe de la Xunta. La actuación, prevista en parte en el Pepri, incluye la desaparición de las aceras para dejar una plataforma única empedrada, la canalización de los servicios de gas, telefonía, luz, pluviales y residuales, y la instalación de nuevo mobiliario urbano.

Denuncias por daños

Hace varios meses el deterioro de la calle obligó a cerrar la parte central al tráfico de residentes y vehículos de servicios, los únicos autorizados a circular por la Ciudad desde la peatonalización de finales de junio. Un alineamiento de conos sirve de barrera para los conductores, que tienen que arrimarse a la margen derecha para cruzar los 70 metros que restan de calle. En la zona acotada, la superficie de la calzada ha perdido de manera estrepitosa su planitud natural y el desnivel supera en algunas áreas los 15 centímetros. «Los coches daban con el suelo y hubo varios que se quedaron sin cárter y fueron dejando un reguero de aceite», explica un vecino, que relaciona los obstáculos de plástico con varias denuncias presentadas por los dueños de los coches averiados.

José López Parada lleva 60 años, los que tiene, en esta calle, «dedicada a la patrona de la ciudad, y mira cómo está», lamenta el restaurador, asomado al umbral del taller de madera que fundó su padre y todavía guarda joyas de caoba y alcanfor. Una obra de canalización realizada hace años que abrió una brecha por el centro de la calzada precipitó el desastre. Todo empezó a hundirse y ahí sigue. El artesano recuenta los negocios que recuerda en los 100 metros que ocupa la calle. Quedan cuatro. El quinto acaba de cerrar.

El pintor Ramón Astray vive y trabaja dos portales más arriba. Invirtió un dineral en rehabilitar la vivienda y el estudio, se arriesgó a los temidos informes de Patrimonio, a las obras paralizadas, y entiende que siendo las cosas así los alquileres baratos no pueden ser. Está dando barniz a un lienzo. Sale del estudio para respirar aire menos viciado. Mira a un lado de la calle, al otro, y bromea. «Yo tengo el coche en el Oceanográfico y cuando vengo a por algo esto parece Beirut, parece Blade Runner. ¿Por qué no hacen un parque temático? Que nos dejen tener unas gallinas, o unas cabras, en el bajo de enfrente, yo me visto de pintor medieval y que vengan los turistas».