«Tenemos que usar estos cascos en casa, estamos sobrepasados e indefensos»

Mila Méndez Otero
m. méndez A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Marcos Míguez

30 sep 2018 . Actualizado a las 17:19 h.

La vivienda de Cristina Paz parece un campo de batalla. Las paredes y el techo, recubiertos de aislantes, podrían ser los de un estudio de grabación, pero es su casa. Un hogar donde «el olor a detergente inunda el domicilio», según el informe de la Policía Local, y donde el ruido y la reverberación obligan a utilizar cascos de protección. El estudio de la Patrulla Verde dio 52 decibelios. Lo permitido son 35 dB.

Todo comenzó hace dos años, cuando cerró el local chino del bajo del edificio de la avenida Gran Canaria, en la ciudad herculina, donde ella es propietaria del primer piso y presidenta de la comunidad de vecinos. «Montaron las lavadoras y las secadoras industriales a pelo, cemento con cemento, sin ningún tipo de aislante. Por encima, los gases no tienen un conducto de salida al techo, van a la fachada. Entran por las ventanas, llenos de química, hasta el sexto piso», denuncia Cristina.

Consiguieron el respaldo del Valedor do Pobo. El Ayuntamiento de A Coruña precintó y cerró la lavandería industrial pero, al cabo de un tiempo, esta volvió a abrir. «Hicieron unas pequeñas obras, solo en el techo, cuando las lavadoras están ancladas a la pared y la vibración llega hasta mi piso. Por encima, contrataron a una empresa privada para la medición de decibelios, que se hizo a las 01.00 de la madrugada, con las máquinas vacías. El Concello lo dio por válido», lamenta.

Está preocupada por ella, en tratamiento psiquiátrico, por su marido, de baja, y por su hija, de solo dos años. «La situación es insostenible para todos los vecinos. Estamos sobrepasados e indefensos. Tenemos que usar estos cascos en casa», muestra con indignación y agotamiento. «He recurrido a tres áreas de gobierno distintas. A Urbanismo municipal, a Sanidade, de la Xunta, y a Medio Ambiente, del Concello. El edil Xiao Varela, de Rexeneración Urbana, me dice que al ser una actividad industrial no existe una legislación que les permita clausurarla por el tema de los gases. No tenemos un momento de descanso. Abre de 09.00 de la mañana hasta las 23.00 de la noche, los siete días de la semana», detalla exhausta. Viven en un inmueble «inhabitable» sin Administración «que nos respalde, se pasan la pelota unos a otros, ¿vivirían ellos así?», pregunta Cristina.