Julio Ancochea Bermúdez: «La EPOC ya tiene cara de mujer»

R. Domínguez A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

«Hoy en día, las chicas ya empiezan a fumar antes que los chicos», advierte el neumólogo con raíces en Trives

06 ago 2018 . Actualizado a las 18:43 h.

Julio Ancochea Bermúdez (Madrid, 1957) es medio gallego. «Toda mi familia es de Trives», dice a modo de presentación el presidente de la Asociación de Médicos Gallegos en su visita al Chuac. Jefe de Neumología del hospital madrileño de La Princesa, es también el coordinador de la Estrategia EPOC del Sistema Nacional de Salud, tema que analizó en el hospital coruñés desde una perspectiva de género.

-¿Cómo va esa estrategia?

-Cumplirá 10 años en el 2019. La enfermedad pulmonar obstructiva crónica es una patología altamente prevalente e íntimamente vinculada al consumo de tabaco. Ha bajado en el varón, pero en las mujeres es una meseta. Y hay un dato para la reflexión: las jóvenes ya empiezan a fumar antes que los varones, a los 14,5 años, y la diferencia se acrecienta a los 18 años. En el 2007, el 10,7 % de la población de entre 40 y 80 años tenía EPOC, el 15 % entre los varones y el 5,7 % de las mujeres. Los datos preliminares del estudio del 2017, que se acaban de conocer, nos dicen que aumenta ligeramente en el varón, pero es que en la mujer ha pasado de ese 5,7 al 9,6 %. El futuro de la EPOC tendrá nombre de mujer. Hasta ahora teníamos dos arquetipos, el del gordito, fumador, el abotargado cianótico, y el delgadito flautín, soplador rosado, pero la EPOC ya empieza a tener cara de mujer.

-Muchas sin saberlo, ¿no?

-En el 2007 vimos que el 73 % de los enfermos no estaban diagnosticados, y más en las mujeres. El último estudio refleja que del orden del 83 % de las mujeres están infradiagnosticadas. Eso significa que en España de las 630.000 enfermas, 540.000 no están diagnosticadas, y por tanto, tampoco tratadas.

-Y la detección tardía empeora el pronóstico.

-Diagnosticar es uno de nuestros retos. La EPOC es el paradigma de la enfermedad crónica, progresiva, con distintas comorbilidades asociadas y un consumo de ingentes recursos. Se calcula que los costes al año son 3.000 millones, el 0,2 % del PIB. El capítulo más importante es el de hospitalizaciones, y un dato interesante es que el 15 % de los enfermos consumen el 80 % de los recursos. El diagnóstico tardío significa que fallamos en la intervención precoz. Llegamos tarde.

-¿Qué se plantean hacer?

-Una de las paradojas de nuestro sistema sanitario es que tenemos el mejor programa de trasplante pulmonar del mundo, y en esto el Chuac tiene mucho que ver, pero no se ha desarrollado la espirometría de calidad en los centros de salud para el diagnóstico y están en mantillas programas alternativos a la hospitalización tradicional, aunque hay que decir que Galicia es puntera en este tipo de iniciativas.

-¿Hacia dónde va la estrategia para corregir todo esto?

-Tiene siete líneas. La primera es la prevención, sobre todo del tabaquismo, pero también en lo que respecta a los efectos de la biomasa en el medio rural. El humo de la leña, que en Galicia también les afecta. La segunda es el diagnóstico precoz, seguida por el manejo correcto del paciente en base a guías clínicas para reducir la variabilidad en la práctica clínica. Además, está la mejora del manejo de las exacerbaciones, el abordaje en las fases avanzadas, porque cada vez vivimos más pero vivimos peor, la formación permanente y la investigación. Esas son las claves.

-¿Con perspectiva de género?

-Cada vez hay más evidencia científica de que la mujer tiene mayor susceptibilidad al humo del tabaco, la enfermedad aparece antes. En este momento las grandes multinacionales buscan productos atractivos con el argumento de que pueden reducir el daño, pero los estudios científicos dicen que los vapeadores, como los cigarrillos electrónicos, siguen teniendo sustancias tóxicas. El tabaquismo es un gran negocio que grandes multinacionales fomentan. Y la mujer, aunque tiene mejor función pulmonar y si deja de fumar recupera antes que el varón, tienen otras comorbilidades, peor calidad de vida, osteoporosis, disnea... Formar e informar incluye hablar de las distintas etapas de la vida, la menstruación, el embarazo, la menopausia... Factores hormonales, biológicos favorecen una mayor predisposición de la mujer a la EPOC con la misma cantidad tabáquica que el hombre. 

«No hay una receta mágica contra el tabaco, pero yo sí subiría el precio»

La edad de inicio en el tabaco, poco más de 14 años, es uno de los datos del último estudio que más preocupa a los sanitarios.

-Dado que el tabaco es adictivo y se comienza a fumar en la adolescencia, ¿cuál es la propuesta de los médicos para evitar esa iniciación?

-La prevención primaria es básica, y está en las familias, en los colegios... Hay que formar, informar y convencer. Las medidas más eficaces suelen ser las legislativas, más o menos políticamente correctas, pero son las de mayor impacto en la salud pública. La ley del tabaco tuvo un impacto importante, aunque irregular por su distinta aplicación en las comunidades. A lo mejor es el momento de reflexionar sobre una nueva ley consensuada entre los distintos partidos políticos. Y hay que insistir en la educación, la formación... A todos los niveles y también insistir en la responsabilidad de los padres, de las mujeres embarazadas, de las instituciones.... En los hospitales se sigue fumando en las escaleras. Es un cambio de cultura que no se improvisa.

-¿Subiría el precio?

-Yo sí lo subiría. Y establecería algún tipo de restricción de acceso a cigarrillos en menores, hay una edad mínima para comprarlo, como el alcohol, pero no basta con tener normativa, hay que cumplirla.

-¿Cómo hacerlo?

-Hay que exigir responsabilidades al que lo vende y luego, en algún país europeo ya se empieza a sancionar a los padres. Por ejemplo, si fuman en el coche cuando va un menor. No hay una receta mágica, hay una suma de acciones que nos hagan cambiar de cultura. Y luego está la corresponsabilidad, ya sabemos que en los adolescentes es difícil concienciar. Y hay que hablar de la propia viabilidad de la sanidad española, porque los costes directos e indirectos se incrementan con la edad.