Coches aparcados y tráfico en el primer día de la peatonalización del casco histórico

Eduardo Eiroa Millares
E. Eiroa A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Belisa Frangione

Muchas dudas entre los vecinos y escasa presencia policial para controlar los accesos

26 jun 2018 . Actualizado a las 11:38 h.

El primer día de la Ciudad Vieja sin coches no fue tal cosa. Coches hubo, y bastantes, tanto aparcados como circulando por el casco histórico. Ayer no era día de multas, sino de información a un buen número de vecinos que todavía no se han enterado del cambio. Las multas, dijo el alcalde, Xulio Ferreiro, empezarán a caer en un par de días.

Lo que sí había ayer eran señales en los accesos prohibiendo el paso, unos indicadores que muchos no respetaban, seguramente por costumbre. Durante buena parte de la mañana no hubo presencia policial en los accesos al casco histórico y entre las doce del mediodía y la una de la tarde tampoco se vio agentes en el interior del casco controlando a los vehículos allí estacionados. Sí estaban en la calle Maestranza controlando el tráfico mientras se hacía el pintado viario de las plazas reservadas para residentes, que todavía no estaban marcadas.

Los coches aparcados se podían ver en número abundante en la calle Herrerías, en Nuestra Señora del Rosario y en Damas. Los había en otras, pero en esas tres destacaban por el número, tanto los que tenían tarjeta como los que carecían de ella.

A media mañana los vehículos -también con y sin tarjeta- entraban sin muchas dudas por los accesos situados en el entorno de la antigua farmacia militar. Alguno, al ver la señal de prohibido el paso en la calle Porta de Aires, daba marcha atrás, pero para acabar metiéndose hacia abajo por Nuestra Señora del Rosario, donde está igual de prohibido.

Sí se podían ver partes de la Ciudad Vieja más despejadas. Así, no había coches en un lugar tradicionalmente ocupado por ellos, como el lateral de la plaza de Azcárraga que conecta con la calle Santiago. Sí los había en el otro lado de la plaza, en Damas.

Teóricamente no se puede entrar en el casco histórico salvo que el conductor posea tarjeta de residente. En este último caso sí pueden entrar y estacionar un máximo de 15 minutos para hacer recados. Lo que ayer no se vio en la Ciudad Vieja fue ningún medio para poder controlar que efectivamente los vehículos no excedan ese tiempo, por lo que resultará difícil controlar los 800 coches que disponen de permiso para entrar allí. Además de esos, también se puede acceder de seis a once de la mañana para carga y descarga.

«Con tanta plaza reservada vamos a ver sitios vacíos y gente buscando huecos»

Muchos vecinos de la Ciudad Vieja no se mostraban ayer precisamente optimistas con los cambios. «Quizás no tengan mala voluntad, pero no tienen idea de muchas cosas, con tantas plazas reservadas a residentes, cuando se vayan a trabajar por la mañana vamos a ver sitios vacíos y al mismo tiempo gente buscando huecos, porque esas plazas libres no se van a poder usar», lamentaba ayer Juan, trabajador del Abente y Lago, en los micrófonos de Radio Voz. La alternativa es irse a un párking: «La solución es pasar por caja», dice.

Aparcado en doble fila frente al Rectorado un hombre cuenta sus dificultades. «Vengo al hospital y esto es terrible, lo cambiaron todo». De hecho, él se quedó esperando sin encontrar sitio por el familiar que tiene en el Abente y Lago.

«No puede ser que un paisano que cobra 400 euros tenga que pagarse un párking», critica Fernando, residente en la calle Maestranza, quien ve una solución al problema: «Que hagan dos plantas de aparcamiento en el Oceanográfico y le pongan ascensor», dice.

Dolores, vecina de la calle Damas, tampoco está de acuerdo con lo hecho, porque ahora su nuera no podrá llevarle la compra. «Más falta que esto hacía arreglar la plaza de Azcárraga, que da vergüenza verla», dice.