La caldeirada de pescado de Casa Rilo, un placer para saborear en Cambre

A CORUÑA

PACO RODRÍGUEZ

El restaurante de Tito Rilo, en Ancéis, se ha convertido en apenas unos meses en un referente culinario en Galicia

02 jul 2018 . Actualizado a las 11:49 h.

En Casa Rilo (carretera Cabana-Ancéis, 10) se puede comer de todo y bien, pero hay un plato en el que todo el mundo coincide: la caldeirada de pescado. Está para ponerle un piso. Tito Rilo es quien la prepara y lo lleva haciendo desde niño, desde que le echaba una mano a sus padres en la casa de comidas que tenían en la Gaiteira. Ahí aprendió el mejor oficio del mundo y ahí supo cómo preparar el pescado como nadie. Y tan importante o más que eso: saber comprar el género.

Tito Rilo es de esos empresarios hosteleros de fama que lo primero que defiende es que «el cliente es el rey» y la cocina tradicional gallega es la reina de la mesa. Esos sabores de toda la vida, con cocciones a baja temperatura, tiempos largos y nada de experimentos raros.

La caldeirada de pescado es el mejor ejemplo. Buen producto y buenas manos en la cocina. Nada más. Ese es el secreto de un plato que no es el único ni mucho menos. Ahí está la dorada preparada al horno con el relleno de la empanada. El pescado se hace recubierto por cebolla, pimiento y demás guarnición impidiendo que el producto pierda su característico sabor y jugosidad. Lo sirve en su punto óptimo. La carne no está reseca, como pasa a veces con los platos de pescado al horno.

Los clientes también se echan a las zamburiñas buenísimas, choquitos inmejorables, el pulpo fenomenal, el cachopo de diez y el chuletón como no podía ser de otra manera en esta tierra. Y los postres a la altura de la cocina. Lo más sorprendente de todo son los precios, porque dada la calidad de los productos y su elaboración, es impresionante.

Casa Rilo ocupa una casona de más de un siglo que conserva su carácter rural y que los aficionados al buen comer recordarán por su etapa como Casa Veiga. Ahora es Casa Rilo. «Es un homenaje a mis padres que durante medio siglo estuvieron al frente de una casa de comidas con este nombre en A Coruña», recuerda Tito.

Muchos coruñeses seguro que se acuerdan del establecimiento situado en la calle Pintor Seijo Rubio. «Apuesto por lo tradicional. Mi madre se levantaba temprano para guisar. El secreto consiste en estar cuatro o cinco horas atendiendo la pota al fuego», añade el empresario hostelero y cocinero, el que fue hombre de confianza de Ortega Cano en Yerbabuena.