Una pareja de indigentes tiene atemorizados a los vecinos y comerciantes de la calle Arcos

Emiliano Mouzo A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Bea Franco

Un empresario presentó dos denuncias por amenazas de muerte acompañadas por 50 firmas de residentes

31 may 2018 . Actualizado a las 07:37 h.

Una pareja de indigentes tiene atemorizados a los vecinos y comerciantes de la calle Arco, una vía paralela a San Andrés y que desemboca en la plaza del mismo nombre, en donde se encuentra el edificio Labase, un edificio modernista de 1911. Incluso amenazaron de muerte a varios empresarios.

Pero el comportamiento agresivo de este hombre y de esta mujer, de unos 40 años de edad, viene de lejos: «Llevan unos dos años residiendo en la ciudad», contó un agente del 092. «Ya tuvimos problemas con ellos en San Agustín, en el entorno de la plaza de Lugo y en el propio San Andrés», subrayó el policía.

Desde hace varios meses la pareja adoptó como «su vivienda» el portal del número 19 de la calle Arco, cuenta Marisa García Fernández, la empleada de la tienda de arreglos textiles ubicado en el bajo.

«Aquí cenan, duermen, desayunan y comen», manifestó Marisa. A veces, cuando la mujer llega al taller, sobre las diez de la mañana, «aún están durmiendo», por lo que tiene que despertarlos e invitarlos a que se vayan. Pero no siempre es fácil y muy a menudo pone en riesgo su integridad física. Ya no es la primera vez que se enfrentan a ella de forma violenta y la amenazan. «Tranquila, nos iremos cuando nos dé la gana. No sabes cómo nos las gastamos», le dijeron hace apenas unos días.

A Marisa no le queda más remedio que esperar «o llamar a la policía, tanto al 091 como al 092». Cuenta que los agentes suelen venir, «los identifican, no sé por qué, porque ya son muy conocidos, y les obligan a marcharse».

A continuación, la empleada del taller de costura se pone manos a la obra: «Tengo que limpiar todo lo que dejan aquí, heces, restos de comida, botellas de cerveza vacías, y adecentar los escaparates que dejan llenos de grasa e incluso de fluidos corporales, porque en el portal también mantienen relaciones sexuales, pero a cualquier hora del día contó Emilio, el titular del negocio, como otros vecinos de la zona.

La solución es pasajera, «porque cuando cierro, sobre las dos de la tarde, vuelven y comen en el portal», indicó Marisa. Al volver a su puesto de trabajo, sobre las 17.00 horas, toca volver a limpiar «porque vuelven a dejar todo como un estercolero».

«Se asean en la fuente»

Marisa tiene miedo a que esta pareja cumpla sus amenazas de agredirla. La preocupación de esta mujer va en aumento: «El otro día, delante de los agentes de policía, me llamaron de todo y me incitaban a que me acercara a ellos diciéndome que me iban a dar una paliza», subrayó. Pero «aunque no lleguen al extremo de pegarme, me están quitando la salud día a día». Para Marisa, acudir a su puesto de trabajo se convierte «en un sinvivir». Tiene miedo hasta de coger una infección «debido a la porquería que dejan».

Los malos hábitos de esta pareja de indigentes no solamente se desarrollan en el interior del portal. Ayer, alrededor de la una de la tarde, caminaban por San Andrés y se incorporaron a la calle Arco. Nada más llegar, los dos se pusieron a orinar en plena calle.

«Con frecuencia la mujer se asea a la luz del día en la fuente de la plaza de San Andrés delante de los clientes de un bar», contó Emilio, un empresario. El hombre también está amenazado de muerte: «Un día llegué a mi negocio y le pedí amablemente que se fuesen. La mujer se dirigió a mí de forma violenta y diciéndome que no le chillase», indicó. «Yo no les entro al trapo porque si me peleo con ellos incrementaría el problema», dijo.

Ante esta situación se presentaron dos denuncias ante el 091, acompañadas de 50 firmas de vecinos que también están atemorizados y que apoyan la iniciativa de que las autoridades busquen una solución a este grave problema, «tanto de salud pública como de seguridad en la calle».

«Estuve más de media hora encerrada en mi negocio porque temía por mi vida»

Los vecinos de la calle Arco se pusieron a disposición de Emilio, el dueño del taller de costura, para ayudarle «a pagar una reja que evite el acceso al portal, pero eso no es posible porque los dueños del edificio no permiten adoptar esta medida», contó. Además, tampoco sería la solución, subrayó.

El problema va más allá de la salubridad del local o de la calle y sus anexas. La violencia de esta pareja llega hasta el punto de que Ana, la titular de la peluquería El tocador de Ana, estuvo más de media hora encerrada en su negocio «porque temía por mi vida», contó la empresaria, que recordó que durante el encierro la acompañó su casera, «una mujer de 80 años que tiene miedo de salir a la calle», subrayó.

Este incidente ocurrió el pasado viernes a las 20.30 horas, cuando Ana iba a salir: «La mujer vino hacia mí y comenzó a insultarme gravemente y después amenazó con matarme». La peluquera se encerró en su negocio y llamó a la policía, «pero me dijeron que no podían venir».

La acosadora se marchaba hasta el portal del taller de costura y se volvía a acercar «muy agresiva y muy nerviosa, y pasé mucho miedo». La joven salió del local cuando comprobó «que se había marchado del portal».

Ana y Olaya, su compañera de trabajo, tuvieron varios enfrentamientos con la pareja. En alguna ocasión les recriminaron por hacer sus necesidades en la calle: «Incluso, alguna vez, les llevé un cubo con agua y lejía y les obligué a que aseasen el lugar», contó Olaya.