La Marea se enfrenta al dilema de la Comandancia okupada

Eduardo Eiroa Millares
E. EIroa A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

No aclara si desalojará o no si los okupas no salen de allí

23 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Desalojar, o no desalojar? Esa parece a día de hoy la cuestión en la ecuación de la Comandancia. El primer intento de diálogo, el jueves en el centro cívico de la Ciudad Vieja, no llegó a ningún sitio. Según el alcalde, «hai unhas poucas persoas reacias» al proyecto municipal de obras. Lo cierto es que las voces que allí se escucharon no fueron pocas. Y fuera, menos, porque los okupas y simpatizantes le montaron a la Marea una concentración. De allí no quieren irse porque, dicen, están muy bien sin ayuda de nadie.

Sí hubo voces a favor del plan de crear un centro juvenil municipal que financia Fomento con 1,3 millones, pero sonó más fuerte el no. Los ediles Claudia Delso y Xiao Varela se afanaron en mostrar su filosofía y la necesidad de diálogo. Pero las palabras no bastaron a los inquilinos. ¿Diálogo para qué? En esencia, se interpretaba, para que los okupas se marchen de allí y puedan volver un año después con las obras acabadas. «Nós cremos noutra forma de xestión», «Somos un dos gobernos máis sensibles coas políticas sociais», «Se non dialogamos perdemos un investimento, vós un espazo e perdemos todo». Así hablaba Claudia Delso. Pero los okupas y usuarios de la naves interpretaban en otra clave: «¿Todos tenemos que renunciar a algo? El Ayuntamiento a nada, nosotros sí», decía otro.

Alguno se mostró sarcástico, además, con lo que proponía María Pita, un proyecto calcado a lo que ya hacen allí los de A Insumisa. Si buscaban ablandarlos por las buenas ofreciéndoles lo que ellos hacen, se encontraron con un buen número de intervenciones irónicas. «Estáis reemplazando algo que ya existe por lo mismo», espetó uno.

Los ediles se afanaban en indicar que todo sería distinto, más confortable y con una gestión abierta y participativa. «Habéis obviado que ya se está gestionando de forma social, abierta y participativa», dijo otro. De nada sirvieron las preguntas sobre un posible desalojo. Los concejales de la Marea se niegan a pronunciar esa palabra. «A nosa intención é non chegar ao límite», decía Delso, y ayer el alcalde, Xulio Ferreiro, insistía en «esgotar a vía do diálogo». Todo ello eufemismos con un único significado: si no os vais por las buenas, os iréis por las malas.

Las malas, eso sí, siempre las representan los otros, en este caso Defensa, que cedió temporalmente la parcela al consistorio. Varela se encargó de recordar que aquello sigue siendo del ministerio y que este es, en esencia, el coco y sacará las porras en cuanto se lo permitan.

De muy buenas maneras los okupas dejaron claro que la filosofía de la Marea estaba muy bien, pero que nadie les había aclarado nada y que si ellos solos, con sus propias manos, habían construido A Insumisa, para nada necesitaban que llegara el Ayuntamiento a meter las suyas, por muy amigos que algunos ediles de la Marea hayan sido del movimiento okupa.

Un contrato firmado para empezar ya, pero sin personas en el inmueble

El dilema para la Marea está servido: por una parte, si no desalojan el inmueble (los okupas no parecen dispuestos a irse) se perderá una obra de 1,3 millones y una infraestructura en un lugar emblemático, por otra, si proceden al desalojo deberán dar cuenta a sus bases y estarán haciendo lo contrario de lo que dijeron que harían hace un año. Cualquier opción es políticamente compleja y la Marea no quiere problemas en el horizonte electoral. La obra está firmada y el constructor espera poder empezar. Para eso tienen que salir los okupas, y ya han dejado claro que la filosofía del acercamiento de las instituciones a los ciudadanos, de la inclusión y la gestión abierta está muy bien. Pero lo que ellos quieren es mantener okupado un espacio que es de todos.