La reforma, que sigue el proyecto de la intermodal y deberá estar lista en mayo, causa quejas por el ruido y el polvo
12 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.La cubierta que reemplazará la estructura metálica original de la estación de ferrocarril, levantada en los años 30 del siglo pasado, ha empezado a asomar entre los andamios que ocupan desde mayo la plataforma interior de acceso a las vías. Un arco -el primero desde la fachada principal-, de los 11 que forman el cierre del edificio, ofrece ya la apariencia final de la obra, ejecutada al 30 %, según informó el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF). El objetivo es restaurar al completo la bóveda de los andenes, en consonancia con el proyecto previsto para la futura intermodal, «hasta el extremo de que los colores son los definitivos», subrayó el ADIF.
El azul grisáceo de la nueva estructura brindaba ayer una luminosidad nunca vista en la entrada de la estación. A pocos metros ocurría lo contrario. Encontrar el acceso a la cafetería exigía recorrer un trecho en zigzag por el interior de un túnel abierto en la base de los andamios. Ya dentro, tanto desde el bar como desde la tienda de golosinas contigua, la visión de lo que antes eran andenes queda reducida a una tela negra al otro lado del cristal. Al vestíbulo, el quiosco de prensa y las taquillas no han llegado todavía.
«La obra se ejecuta por sectores, atacando desde dos puntos simultáneamente» para reducir su duración, detalló el ADIF: unos avanzan del norte al centro, y otros, del centro al sur. Quedan ocho meses de «polvo y ruido», las dos quejas principales. «La máquina con la que proyectan arena a los muros hace un ruido infernal», apuntó un empleado. Una mujer aludió «al insoportable olor a pintura que notamos dentro [del edificio] hace unos días. No se aguantaba. Ni me imagino cómo estaban los pintores».
La obra, adjudicada a la empresa valenciana Contratas Vilor por 1,2 millones de euros, con un plazo de ejecución de 12 meses, deberá estar lista en mayo, salvo un invierno torrencial.