Repunta el número de lesionados medulares por accidentes de carretera

r. domínguez A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

PACO RODRÍGUEZ

Los expertos atribuyen la subida al incremento de desplazamientos tras la crisis

29 ago 2017 . Actualizado a las 00:38 h.

«Yo creía que la caída de pacientes por accidentes de carretera se debía a las campañas de tráfico, el carné por puntos, los controles y la concienciación, pero parece claro que la crisis también tuvo que ver», comenta Antonio Rodríguez Sotillo, jefe de la Unidad de Lesionados Medulares del Chuac, que este verano ha constatado un repunte de las víctimas lesionadas en siniestros de circulación. «Se hacen más kilómetros, hay hasta un 30 % más de desplazamientos, y hay más choques», explica el responsable de una planta que ahora mismo se encuentra «por encima del 100 % de ocupación, tenemos todas las camas ocupadas y estamos pendientes de un par de traslados».

También en relación con la evolución de la economía comienzan a detectar los facultativos un incremento de los heridos medulares en accidentes laborales, generalmente en hombres de edad media de sectores como la construcción o la industria, que habían experimentado una importante reducción en los años más duros de la recesión.

De las 31 plazas para la asistencia a lesionados medulares de que dispone la unidad coruñesa, de referencia para toda Galicia, aproximadamente la mitad están ahora dedicadas a la asistencia a las víctimas del asfalto, en su mayoría jóvenes varones. El resto de las camas están ocupadas por el perfil del otro lesionado medular más común: personas mayores que salen mal parados por una caída en el medio rural. «Son los señores de edad que se suben a podar un par de ramas de un árbol o a arreglar el tejado», explica Sotillo. En este caso, la mayoría supera los sesenta años y no hay pocos que rondan la octava o novena década de vida, lo que complica la asistencia y dificulta la rehabilitación.

La siniestralidad es una de las características de la actividad de la Unidad de Lesionados Medulares durante la temporada estival, época del año en la que, al contrario que en otras disciplinas, el servicio registra sus índices más altos de trabajo. «Son meses, además, en los que las camas están prácticamente destinadas solo al paciente agudo, el que sufre un accidente, mientras que el resto del año aprovechamos para ingresar a pacientes que ya han pasado ese momento crítico pero que están pendientes de algún tipo de intervención, ya sea urológica o de cirugía plástica, o de recibir algún tratamiento específico». «Durante el verano siempre vamos a peor -apunta- este es un servicio de referencia, pero está muy condicionada por la estacionalidad», explica el responsable de una unidad que tiene en los meses de calor y en la Semana Santa los principales picos de demanda.

Esa etapa aguda del lesionado medular, la estancia media se prolonga a menudo hasta los seis o siete meses, en los que el enfermo ha de superar no solo heridas de gravedad, sino adaptarse a la nueva situación causada por unas lesiones que en muchos casos dejan secuelas importantes en lo que se refiere a pérdida de movilidad y sensibilidad desde el punto en el que se produce la sección de la médula. «Afortunadamente -añade Rodríguez Sotillo- en más del 70 % de los casos se trata de lesiones medulares incompletas, lo que deja margen a la rehabilitación». Al margen de la concienciación que lleva a una mayor precaución, también colaboran a este menor impacto, a juicio del experto, no solo las medidas de contención y coercitivas de las fuerzas de seguridad, sino las importantes mejoras de seguridad pasiva incorporadas en la industria del automóvil.

«Llegamos tarde con los avisos por zambullidas», dice el jefe de la unidad del Chuac

Capítulo específico del verano en la Unidad de Lesionados Medulares del Chuac lo forman los pacientes por las zambullidas. Apenas horas después de que el propio Rodríguez Sotillo hiciese un llamamiento a la prudencia ante las imágenes de jóvenes tirándose al agua desde el dique de abrigo, su servicio recibió en helicóptero a un paciente de 24 años procedente de la playa de Portonovo que fue diagnosticado de una tetraplejia por golpearse contra una barrera de arena cuando entraba en el mar. Este caso, hace diez días, fue el segundo atendido este verano en el Chuac, donde también tratan a un niño de 13 años, trasladado desde Boiro, con una lesión medular al caer sobre él otro joven cuando se zambullía. «Llegamos tarde con los avisos», lamenta el facultativo.

El responsable del equipo insiste en la importancia de seguir concienciando acerca del peligro de estos juegos en el agua, ya que todavía recuerda un verano en la década de los 90 en el que se vieron totalmente abrumados por sumar un total de 12 jóvenes con importantes secuelas por zambullidas. Casi siempre se trata de adolescentes o preadolescentes varones.

Para el doctor, al margen de divulgar las máximas de no tirarse de cabeza y cerciorarse siempre de que existe profundidad suficiente, sin rocas ni personas contra las que colisionar, considera importante tener en cuenta las especiales condiciones de Galicia para desaconsejar por completo las zambullidas: «Nuestra comunidad no solo tiene muchos kilómetros de costa, es que además es una costa muy abrupta, no vamos todos los días a la playa, solo en verano, y además esto no es el Mediterráneo, nuestras mareas son más variables: donde ayer había profundidad, hoy ya no».