La demanda de «craft beer» se ha incrementado notablemente en la ciudad
28 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.La craft beer o cerveza artesana pisa cada vez más fuerte en la ciudad. Arrastra a su paso aplicaciones y redes sociales específicas en las que los consumidores valoran las marcas que prueban. «Una comunidad que ayuda a filtrar cuáles son las buenas», explica Lolo Míguez, que abrió Grace O’Malley’s en el Paseo de los Puentes hace siete años. Cuenta que empezaron vendiendo cervezas artesanas alemanas, inglesas y belgas, ya que se trataba de un terreno inexplorado en España. Hoy, disponen de un total de diez grifos con marcas también nacionales, y que van cambiando cada semana. Además, son uno de los pocos locales que venden la cerveza a precios de tienda. Señala que el perfil de cliente es «gente que se atreve a probar, incluso prefieren que les guste menos con tal de que les sorprenda al paladar», afirma Lolo. Puntualiza que es complicado encontrar una definición concreta de qué es la cerveza artesana. «Te puedes encontrar con cien respuestas diferentes», concluye Lolo.
«É unha forma de entender a elaboración da cervexa, primando sempre a calidade», explica Jorge Cabrera, que a principios de mes celebraba junto a su hermano Pablo el primer aniversario del local Caneca Furada. «En las ferias de cerveza nos decían que estábamos locos empezando con diez grifos», cuenta Pablo. Un año después, ya van por los doce. Además, disponen en el establecimiento de unas setenta marcas diferentes de botellas, en su mayoría, cervezas gallegas o nacionales, y alguna que otra marca extranjera. «Hai quen che pide Estrella, que non temos», cuenta Jorge. También clientes que les «echan la bronca por no mover más variedades, y otros que preguntan por la de la semana pasada, que ya no está», añade Pablo. Pero «cada vez ven máis xente» señala Jorge. ¿Las más demandadas? Las India Pale Ale (IPA) con alto contenido en lúpulo «y, por tanto, más amargas». «También las rubias para los que se inician en el mundo», explican los hermanos. Añaden que en el local siempre hay fija una marca lucense de trigo, además de cerveza sin gluten.
En la Cervezoteca Malte triunfan las cervezas lámbicas, elaboradas con levaduras salvajes. Allí tienen veinte grifos con cerveza alemana, ourensana o polaca, y más de cien referencias diferentes en botella. «Si te lo tomas como una moda no le imprimes pasión al local». Una pasión que les ha llevado a conseguir con éxito el maridaje entre la cocina y la gran protagonista, la cerveza.
«La innovación y la experimentación son ingredientes esenciales», indica David Vázquez
David Vázquez es exportador e importador de cerveza artesana desde el 2015. Cuenta que fue el primero en decir que nadie iba a pagar cuatro euros por una cerveza. Hoy, abastece a unos quince locales de la ciudad. Entre ellos, Ummagumma, Cova Céltica o The Black Dog Tavern. «Podemos llegar a traer más de 1.000 cervezas diferentes en un año». Los países con los que más trabaja son Dinamarca, Noruega, Reino Unido, Holanda, EE.?UU. y Canadá, además de cerveza nacional. «El término cerveza artesana se utiliza para diferenciarla de la ofrecida por grandes corporaciones industriales». Añade que al no existir nada que regule esa denominación «todo el mundo se cobija bajo el paraguas de cerveza artesana». Puntualiza que internacionalmente se habla de craft beer, «cervezas 100% malta, sin añadir jarabes de arroz o maíz para abaratar costes».
La innovación y la experimentación son ingredientes esenciales para estas bebidas. Además, la utilización de productos de alta calidad y la no pasteurización, algo que conserva la cerveza «viva», explica David. Otro requisito es «que las empresas no estén controladas en más de un 25 % por multinacionales». Señala que las cervezas que están de moda ahora son las mencionadas IPA. «Pero una misma marca en cuatro locales diferentes puede no saber igual», según las condiciones en las que llega al establecimiento. Por eso, recomienda dejarse asesorar por el profesional.