«Me dio un vuelco el corazón cuando escuché que el reto sería en el Polo»

P. Santiago / a. a. A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

EDUARDO PEREZ

Encarna afrontará el desafío junto a cuatro mujeres que también vencieron al cáncer

13 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Once años han pasado desde que Encarna Díaz, vecina coruñesa de 51 años, superó un cáncer de mama. Fecha que nunca olvidará, al igual que las otras cuatro luchadoras que partirán con ella en septiembre en una expedición de trescientos kilómetros por el Ártico. Se trata del Reto Polar 2017, dirigido por el conocido explorador español Ramón Larramendi y organizado por el grupo Pelayo. En los próximos días, Encarna se someterá a un reconocimiento médico en el hospital Quirón para verificar su estado de salud y poder partir el día 11 de septiembre.

-¿Cómo es el momento en que conoce el reto y decide participar?

-Sigo los eventos que tienen que ver con la mujer y el cáncer a través de los periódicos o la radio. Mi hermana estuvo también enferma hace dos años, entonces volví a estar un poco más sensibilizada con el tema. Me enteré de que el año pasado el grupo Pelayo organizó un reto trasatlántico. Me dio un vuelco el corazón cuando escuché a Ramón Larramendi decir que el próximo reto iba a ser en el Polo. Pensé: «Este es para mí». Fue como una luz, un flechazo, se me metió en la cabeza y mandé la carta de presentación antes de la convocatoria.

-¿Qué cuenta en esa carta?

-Mi historia personal con el cáncer, cómo ha influido en mi vida, por qué quiero ir al Ártico y qué puedo aportar. En la selección de participantes se parte de unas circunstancias difíciles, de la superación de una enfermedad que da mucho miedo. Pero también se valoran unas cualidades y una historia personal que me han hecho confiar un poquito en la especie humana. Llevo muchos años haciendo montaña, y recuerdo haber leído algún libro y escuchar historias de Chus Lago en sus expediciones al Polo, mientras estaba enferma. No pude continuar con esa actividad con la misma intensidad, pero seguí haciendo senderismo, cuevas y barrancos, ajustándome también a las necesidades de mis hijos. Además, las circunstancias del cáncer causaron cambios importantes en mi vida. Una depresión, una separación, una mudanza, cambiar de trabajo y volver a reestructurar mi vida con mis hijos. Y cuando oí hablar del reto Pelayo pensé: Ya tengo todo más o menos controlado, ahora hago algo importante para mí.

-¿Ganas, miedo, ilusión...?

-Me preocupa el lugar, el frío y el hecho de transportar todo nuestro equipaje. Estás en un sitio maravilloso, pero en unas circunstancias adversas. También la situación de mantener el ánimo y el esfuerzo físico durante los 15 días. Nos surgen dudas y preocupaciones tan banales como la comida, la ropa, necesidades fisiológicas o si estamos entrenando o no. Los guías están allí concretando la ruta y nos han avisado de que hace más frío de lo normal. Pero no sabemos todavía muchos detalles. Recuerdo que nos dijeron que los mapas allí se quedan obsoletos, y más con el cambio climático. No quieren que lleguemos y nos sorprenda una grieta.

-Hay cinco perfiles de mujeres muy diferentes.

-Sí. Yo soy la mayor y la que pasó hace más tiempo el cáncer. Ellas son muy dicharacheras, tienen una energía y un ánimo positivo increíble, con un empuje y ganas de cubrir todos los frentes. Trabajo, casa, hijos pequeños, cuidarse, hacer deporte... Como diciendo, me ha jugado una mala pasada la vida, me ha dado un susto casi de muerte y ahora no vamos a desatender nada. Les va a ir muy bien porque van a por todas. Somos un grupo que nos complementamos. Pero a veces no es malo mostrar cierta debilidad o darte cuenta de que no puedes con todo. Por lo menos a mí me pasó, no quería aceptar que tenía esa depresión, condicionada por el fuerte tratamiento.

-¿Cuál es el reto más importante de su vida?

-Sacar a mis hijos adelante. A veces me pregunto por qué me meto en otras historias si tengo un frente vital en casa. Este reto es importante para mí, pero mis hijos son el principal. Ellos están buscando su lugar en el mundo y haciéndose adultos. Cuentan con toda la rebeldía de un adolescente, además de una problemática añadida. Creo que va a ser un ejemplo muy bonito para ellos.

«Sé que a los 70 años voy a seguir teniendo inquietudes por sentirme viva»

Encarna es terapeuta ocupacional en un centro de día «con muchos frentes abiertos». También es madre de dos hijos, Ricardo y Román, con síndrome de Down y trastorno de hiperactividad, respectivamente. Continúa haciéndose revisiones periódicas por el cáncer de mama que venció hace 11 años. Y conoce bien el efecto de superar retos.

«Te cambia la vida, te lleva a cuestionarte las cosas», señala, adoptando una postura mucho más seria y reflexiva, como hablando para sí misma. «Los valores y la fortaleza que tienes a los 20 años es instintiva, porque quieres comerte el mundo», continúa, «pero cuando pasas situaciones graves y sales de ellas ya no lo ves igual, tienes que revisar esos valores».

Considera que es una cuestión de aprendizaje personal, de sentirse bien a nivel personal. «Yo sé que a veces no hago bien las cosas, pero si siento que tengo que hacer algo quiero ser fiel a mí misma». Cuenta que ese es el mensaje que le gusta transmitir cuando le piden que hable con gente que pasa por la misma enfermedad. Algo que, señala Encarna, no se le da muy bien. «Lo importante es que puedan ver que es posible hacer cosas por ser feliz, y darse cuenta de esos pequeños instantes en que somos felices ayuda». Los instantes vitales para esta luchadora se resumen en cuando superó la quimio, cuando sus hijos le dicen que se sienten bien, cuando pinta o cuando ve que produce bienestar físico e ilusión a sus pacientes en el trabajo. «Esos momentos son los que valen y te hacen salir adelante». Cuenta que ahora se valora más, al pensar en todas las cosas que ha conseguido en su vida. «Sé que a los 70 años voy a seguir teniendo inquietudes por sentirme viva», concluye.