Una casa okupa desespera a vecinos de la Sardiñeira desde hace dos años

B. Capelán A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

ANA CANEIRO DACOSTA

Lamentan numerosas broncas nocturnas en un viejo inmueble de Agra dos Mallos

08 ago 2017 . Actualizado a las 08:12 h.

Hace más de dos años que las autoridades policiales precintaron una vivienda de la calle Agra dos Mallos -su antigüedad y la falta de constancia en el catastro impiden conocer el número del inmueble- para echar de ella a varios perros que se resguardaban allí. No hizo falta ni medio año para que una familia cortase el precinto y entrase a vivir en esta casa, de una sola planta y en estado ruinoso, que es la última que permanece en pie del antiguo poblado que se asentaba en A Sardiñeira hace varias décadas.

Desde entonces, los vecinos de la zona no paran de lamentar peleas y ruido nocturno. «No creo que causen demasiadas molestias. El problema es por la noche, cuando montan fiestas que acaban con broncas», afirma un propietario de la misma calle, que ha llegado a ofrecer dinero a los okupas para que abandonen la casa: «Les dije que les pagaba el alquiler de un piso, porque tengo dos hijos y otro en camino y no me gusta que se críen en este entorno».

En la casa okupada viven un matrimonio de ancianos y otras cuatro personas, de menor edad. «El abuelo duerme muchas veces fuera, y dentro, cuando llueve, se tienen que empapar. No me extrañaría que un día caiga todo por sí solo», afirma otra vecina. En la entrada del inmueble, de una sola planta y con varias ventanas rotas, los okupas depositan muchos objetos y basura. Los residentes en la zona también temen que se propague un «efecto llamada», como ya sucedió el pasado 19 de mayo, cuando un individuo se atrincheró en una vivienda vacía de la misma calle -justo enfrente de la okupada- y llegó a amenazar a varios vecinos antes de ser asaltado por la policía y detenido.

«Viven en unas condiciones lamentables. No tienen baño ni cocina y han pinchado la luz del poste desde hace tiempo», lamenta una residente de la calle. Pese a todo, los vecinos piensan que si la higiene de estas personas y sus modales mejorasen, podrían convivir fácilmente.