Acude a denunciar el robo de su moto y termina sentado en el banquillo

a. mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

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20 jun 2017 . Actualizado a las 18:31 h.

El hombre que muy pronto será juzgado por un delito de desobediencia a la autoridad tiene 46 años y carece de antecedentes penales. Su sorprendente historia comenzó con el robo de su moto. Nada más echarla en falta, se presentó en la comisaría de la Policía Nacional para poner la correspondiente denuncia. A los pocos días, «empezaron las llamadas telefónicas por parte de los agentes pidiéndome más datos de la sustracción», recuerda el ahora procesado. Incluso en una ocasión un coche patrulla se presentó en su domicilio para exigirle nueva documentación. Hasta ahí, lo normal.

Todo da un vuelco cuando el asunto llega a los juzgados. «Tras una citación, voy a una especie de vista previa. Más tarde me llaman para declarar ante el juez. Presto declaración y poco después me vuelve a llegar una carta a casa con una nueva comparecencia en el juzgado, pues me requerían más documentación de la moto». No tardó mucho la sala de instrucción en volverle a reclamar otro papel. En esta ocasión, una fotocopia que no había entregado en la ocasión anterior.

Citaciones

Se produce otra llamada a los juzgados a las pocas semanas, pero al hombre se le pasó el día. Lo volvieron a citar para entregar más documentos. «Llamé al juzgado y les dije que esos papeles ya los había entregado, por lo que la persona que me cogió el teléfono me dijo que entonces no hacía falta que me presentara en las dependencias», señala el ahora juzgado.

Luego concertaron otra comparecencia. Y a esa tampoco se presentó porque se encontraba de viaje. En aquellos momentos, pese a querer cumplir con la Justicia, no pensaba que a la víctima le fuese a ocurrir algo por faltar tres veces, de las siete que fue citado.

No quedó ahí la cosa. Más adelante le pidieron unos papeles para el peritaje, «algo que no tenía y que el juez ya sabía desde el día en que me había tomado declaración».

Así se llegó a la comparecencia en los juzgados que nunca se esperaba el dueño de la moto robada. En esa ocasión, ya no era el Juzgado de Instrucción número 4 el que lo citaba, sino una sala de lo Penal.

«Acudo a la cita y mi sorpresa fue mayúscula. Lo primero que me preguntan es si llevo abogado, ya que estoy acusado de desobediencia a la autoridad». Con la ley de enjuiciamiento criminal en la mano, la Fiscalía solicita que se le imponga una pena de 2 meses de prisión, una multa y el pago de las costas procesales. Pasan los días y lo vuelven a llamar. Se presenta en el juzgado y le dicen que el fiscal elevó la petición de condena. Ya no pide dos meses de prisión, sino seis. Ahora está a la espera de ser juzgado.