«Una prueba de dos euros puede elevar al 90 % la supervivencia en cáncer de colon»

R. Domínguez A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

ANGEL MANSO

La extensión del cribado para la detección precoz es la principal petición del colectivo de pacientes

11 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Emilia Quintana Lagüera (Cantabria, 1959) es, por obra y desgracia del cáncer colorrectal, apóstol del asociacionismo entre los afectados. Ayer voló desde Madrid para asistir en el Materno a la jornada del servicio de Oncología del Chuac sobre una enfermedad que cada año afecta a 41.000 personas en España, 3.000 de ellas en Galicia. Junto a las charlas médicas, ofreció su testimonio como directora de concienciación de la Asociación de Pacientes EuropaColon España.

-¡Qué cargo tan bonito!

-¿Verdad? Es que tenemos que enseñar a la gente cómo es esta enfermedad, porque tenemos poca percepción. Todo el mundo piensa en el cáncer de pulmón, y ni te cuento en el de mama, cuando el colorrectal es el más frecuente y de los más tratables.

-Y de los de mejores resultados si se pilla a tiempo, ¿no?

-A eso vamos, estamos ahí encima para ver si se implanta de forma generalizada el cribado de sangre en heces, una prueba que cuesta dos euros y que podría elevar al 90 % la supervivencia.

-A por el diagnóstico precoz.

-Esa es la clave. La gran desventaja de este cáncer es que tarda mucho en dar la cara. Cuando se manifiesta suele estar avanzado, por eso es importante el cribado: te lo detecta mucho antes de que tengas ningún síntoma. A mí cuando me lo diagnosticaron llevaba diez años con él encima.

-Y de eso hace...

-Tenía 53 años. Pasé por medicación previa a la cirugía, por la operación, la bolsa de ostomía, quimio oral e intravenosa, radioterapia... A los nueve meses me quitaron la bolsa y pensé que ahí se acababan mis problemas. Pero no. Cuando tienes un tumor muy bajo (el mío era de recto) te extirpan casi todo. Voy al baño unas diez veces al día, tengo dolor, incontinencia... Pero lo voy llevando. Recuerdo que un médico me dijo: «Cuanto antes te acostumbres a que esto va a ser tu vida, mejor». Efectivamente, vives con ello y se va llevando.

-¿Ahí descubrió la asociación?

-Fue a raíz de la experiencia. Me involucré mucho. A lo mejor, si no tienes efectos secundarios pasas por el proceso y te olvidas, pero cuando tienes más problemas, y más miedos, es importante compartir. Siempre digo que tuve la suerte de conocer a una persona que iba por delante de mí: todo lo que me estaba tocando, ya lo había pasado. Me quitó mucho miedo. Por eso creo que el papel fundamental de las asociaciones, al margen de reclamar mejoras y defender los derechos de los pacientes, es asumir una cosa que solo puede hacer alguien que ha pasado por lo mismo: acompañar y apoyar.

-¿Más allá de la familia?

-Cuando tienes cáncer, muchas veces no expresas el miedo por no preocupar a la familia. Y la familia hace lo mismo: no te cuenta lo que siente por no preocuparte a ti. Lo que tienes ahí dentro, cuando lo hablas con alguien que lo ha vivido, acabas pensando: «Si ha podido, ¿por qué yo no?’»

-¿Ese es el mensaje que quiere transmitir?

-He venido a contar qué es la asociación, porque no es fácil unirse, y lo importante que es que se conozca la enfermedad. Tienes más fuerza si sabes a qué te enfrentas. Esta es una enfermedad semioculta, de partes poco nobles y siempre hay cierto sentimiento de culpa, de qué habrás hecho o comido. Pues no, en este cáncer influye lo mismo que en cualquier otro. Y he venido también a contar por qué peleamos y qué estamos haciendo, y cada vez nos escuchan más, ante las Administraciones. Reclamamos el derecho a tener los mejores tratamientos y, sobre todo, reivindicamos que no dependan de que vivas en una u otra comunidad.

-¿Tanta diferencia hay?

-Muchísima. En el cribado está claro: en Cataluña y el País Vasco ya van por la segunda vuelta, mientras Extremadura no lo tiene y en Madrid, después de muchas peleas, está empezando.

-¿Por qué esa falta de equidad?

-Al final es un tema político y económico. Desde el lado del paciente no se entiende porque es una prueba sencilla que, insisto, cuesta dos euros. Yo tenía que tomar unas pastillas que cada caja costaba 500 euros, ¿no sería más barato detectarlo antes? Lógicamente, con el cribado va a haber mucha más gente a la que haya que hacerle colonoscopias... Es un tema político y económico, pero es duro porque al final juegan con tu vida.