Otra conclusión es la función capital de las administraciones públicas, a pesar de los recortes, para fijar las reglas de juego y en muchos casos para co-financiar algunas innovaciones sociales.
Las organizaciones del tercer sector o economía social (cooperativas, fundaciones, asociaciones, centros especiales de empleo) desempeñan, según los investigadores, un papel fundamental en la detección de nuevas necesidades sociales y en la atención personalizada a colectivos vulnerables, como parados de larga duración, consumidores de servicios financieros desprotegidos, o dependientes. Asimismo, las empresas tienen que asumir un papel esencial para escalar las innovaciones sociales mediante modelos de negocio sustentables, comercializándolas entre nuevos segmentos de clientela, como es el caso de la teleasistencia domiciliaria.