As Encrobas recuperó por unas horas la memoria de hace 40 años

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

A CORUÑA

Ana Garcia

Vecinos, entidades y políticos recordaron el conflicto de la parroquia cercedense

20 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La parroquia de As Encrobas, en Cerceda, tiene hoy 17 lugares. Hace 40 años eran más de 50. La historia es conocida, y ayer se recordó especialmente en una serie de actos que duraron más de tres horas: las tierras y montes fueron expropiadas para construir la mina de lignito que hoy es un lago, además de todo el entorno. Fue un proceso largo el de la ocupación: desde las primeras gestiones hasta el derribo de la última casa pasaron unos veinte años. Pero los inicios fueron determinantes, sobre todo por la unión de los vecinos en contra de las expropiaciones casi gratuitas. Gracias a su resistencia, finalmente las condiciones fueron mucho mejores, puestos de trabajo incluidos. Pero más allá de lo material, en la memoria colectiva queda la nostalgia de los lugares que fueron y ya no son, y de la lucha contra el Estado (con movilizaciones que acarrearon decenas de detenciones) que logró numerosos apoyos por toda Galicia.

Uno de los puntos centrales de aquella lucha fue el monte Pau Rañón. Ayer, en el mismo lugar, sobre un montículo natural que hacía las veces de tribuna, al lado de un pino joven y bajo una línea de alta tensión, comenzaron las intervenciones recordando aquellos días y todo lo que significaron. En este y en las demás paradas, las fotos de Xosé Castro publicadas en La Voz de Galicia. «Aquí houbo paus contra metralletas», evocaba Xosé Bocixa, uno de los organizadores, citando un artículo de Manuel Rivas, que también asistió al acto. El escritor, en 1977 estudiante de periodismo, también cubrió entonces aquel suceso. «A sensación era que ía haber unha traxedia», señaló al recordar la jornada más conflictiva, la del 15 de febrero de hace 40 años. Aquel día descubrín que este país non nacera para ser servo. Había que te moito valor para estar alí», añadió. El nieto de Asunción Feito, la labradora inmortalizada por Castro que hizo frente a los guardias civiles con una mirada digna y desafiante, leyó un texto en su honor, y también varios niños.

Ya en Croeda, otro de los lugares desaparecidos, Carmiña Castro explicó que aún recuerda «as sereas dos barrenos, cando estoupaban». Al lado, otra asistente recitó un texto de María Xosé Queizán. Mari Carmen, que vivía en A Enfesta, emocionada (como muchos ayer), recuerda la gran unión de las mujeres. Y recomienda: «É importante que nos axudemos os uns aos outros». De inmediato, Mini e Mero evocaron aquellos años con un tema dedicado precisamente a aquella lucha. A pocos metros cuesta abajo, el lago, justo la tercera parada de la jornada, en A Ponte dos Carros. Ahí, todos los que quisieron pintaron una pancarta: «A nosa terra aínda non é nosa», y los organizadores criticaron no poder acceder al interior del recinto. Más música: ahora, es el turno de guitarrista y cantante Berlai.

Una foto final junto a los restos de la última casa en ser derribada, de nuevo por Xosé Castro (ayer, muy felicitado) puso fin al homenaje.