La descolorida Capilla Sixtina de Lugrís

Rodri García A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

PACO RODRÍGUEZ

Las obras del pintor en el viejo Fornos convierten la zona en el centro de su legado

31 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«El antiguo Fornos es la Capilla Sixtina de Lugrís». Esto sostiene Francisco Muiños, coordinador de proyectos de Arteca, firma que ha trabajado en el traslado del mural que el pintor había dejado en la calle Real hasta la parte posterior de oficina central de Abanca, a la que se accede por la calle Olmos. Y justo enfrente, en el número 27 estaba el Fornos, que ahora es otro restaurante, Brasa y Vino, cuyos responsables son Manuel Guimarey y Marta Eleuterio. Esta zona se ha convertido en el epicentro del legado del artista, sumándose a ello que en la colección de Abanca hay 29 obras de Lugrís.

Cuando Manuel y Marta alquilaron el local, hace cuatro años, antes de abrirlo al público costearon la restauración del principal mural de Lugrís que hay en el establecimiento. La tarea les supuso una inversión de unos 8.000 euros. La intención inicial era ir restaurando el resto de las obras que Lugrís dejó en el que «debe ser el sitio donde más pintó», señalaban los dueños, bromeando que ello suponía que fue precisamente un lugar donde sería muy habitual verlo, puesto que todas estas pinturas son el pago de comidas y bebidas del artista.

Sin embargo, la restauración de las pinturas tiene un elevado coste que los responsables del local no están en condiciones de afrontar, al no contar con ningún tipo de ayuda. Además, es una tarea para especialistas, puesto que las pinturas están muy oscurecidas en algún caso. Es lo que le ocurre a la que ocupa el techo del actual baño, que en su día era donde estaba la cocina del Fornos y por lo tanto está afectada por el humo. Y donde no es el humo, es el estado de pared. Así, el principal mural de la entrada del local, una escena cuyo motivo central es la torre de Hércules, está hecho sobre un tabique en curva y tiene grietas notables.

También en el primer piso del restaurante hay una obra de Lugrís, que aunque parece que fue pintada en la pared está enmarcada. Tanto alrededor de esta pintura, como de la principal que está en la planta baja, se sientan los clientes de este restaurante, si bien con cierta frecuencia Brasa y Vino parece más un museo que un restaurante: «Hay gente que entra, mira las pinturas y se marcha», apuntan los dueños.

...Y enfrente, Abanca empieza a mostrar el mural de la calle Real

En la oficina principal de Abanca, entrando por la calle Olmos, puede verse ya el mural que estaba en el Vecchio, en la calle Real. Fernando Filgueiras, responsable de la Colección de Arte Abanca, y José Mantiñán, arquitecto responsable del proyecto, detallaban ayer cómo había sido la laboriosa extracción del mural y su instalación. Tras calificar la operación como muy poco habitual, Mantiñán recordaba cómo la obra original tenía casi cinco metros de alto pero, tras unas obras, se quedó en los 2,40 que tiene ahora. Detalló asimismo cómo se tomaron todas las medidas para lograr la mejor conservación de una obra pintada sobre ladrillo, ahora reforzado con una estructura metálica y resina. En cuanto a la pintura, la próxima semana comenzará a ser rehabilitada y desaparecerán de ella no solo los cortes hechos para el traslado, sino también el chocolate que algún cliente le había arrojado.