Colchones, grafitis y alcohol nublan las vistas de la ciudad

Noelia Silvosa
noelia silvosa A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Varios okupas se han adueñado de una superficie sumida en el abandono y totalmente invadida por las pintadas

19 may 2016 . Actualizado a las 18:38 h.

El de Matadero es un mirador de esos que flotan prácticamente sobre el mar. Ubicado donde se situaba la antigua finca de los Mariño, es un enclave privilegiado para aquellos que quieran sentarse un rato al sol o, simplemente, dejarse envolver por las vistas. Una panorámica que, sin embargo, amenaza con volverse cada vez más borrosa. El abandono ha empañado por completo todo intento de contemplar el paisaje, porque resulta difícil ignorar con la mirada tanto deterioro.

Descender la escalinata que da acceso al espacio es como experimentar la bajada a los suburbios. Podría tratarse de cualquier barrio marginal, pero no. Lo que está absolutamente inundado de grafitis es el mirador. La cúpula, llena de letras y dibujos, da paso a un interior que estremece. Absolutamente todo el mobiliario, empezando por los bancos y acabando por las propias vigas, está pintado. Lo mismo ocurre con el exterior, donde asientos y papeleras sirven de lienzo para los grafiteros desde hace mucho tiempo. Por pintar, pintan hasta las rocas. No obstante, lo peor ya no es el aspecto del mirador y el de sus inmediaciones. Tal y como puede comprobar cualquier viandante que decida acercarse a la superficie -y obviamente, cada vez son menos- lo más preocupante es el uso que se está dando a un espacio que en principio debería estar orientado al disfrute de vecinos y turistas.

Y es que en el momento en el que uno mira hacia el interior de las instalaciones en las que se encontraba la finca, se encuentra con algo más que desperdicios y suciedad. Así, es frecuente que las mismas se encuentren invadidas por colchones, botellas y demás enseres de sus inquilinos: varios okupas.

Aseos inutilizables

Su presencia preocupa e incomoda tanto a los viandantes que se acercan al mirador como al personal que se ocupa de su supervisión y limpieza. Y es que han tenido que pedir una llave para acceder al interior, dado que los okupas «fabricaron» una especie de ventana artesanal cortando la puerta y obligando al que entra a saltar a través de ella. El cuarto de baño es otro de los servicios que resultan perjudicados por el olvido en el que se ha visto sumido el mirador, puesto que, prácticamente inutilizable, quienes lo utilizan lo dejan lleno de desperdicios y restos de basura. Incluso el adoquinado presenta ya irregularidades, con baldosas rotas y desprendidas que evidencian lo innegable: el abandono se respira en cada rincón del mirador.