El 17 de marzo del 2006
17 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Tras 90 años en los jardines de Méndez Núñez, la estatua de Pardo Bazán descansaba en los talleres municipales de la Grela. Allí la curaban de las heridas causadas por la erosión, los vándalos y hasta un atentado durante la República, que había obligado al escayolista Rodríguez Coto a reconstruirle con cemento la mano derecha.
Había hecho un viaje sin vuelta a su hogar. Estaba previsto que un sólido clon de bronce ocupase su lugar en el Relleno. Para fundirlo, habría que hacer un molde sobre el original e invertir 600.000 euros, cantidad que, cuando aún se pensaba en pesetas, servía de abono a las críticas y el debate político. Pero esa réplica metálica sería una realidad solo año y medio después. Mientras, la doña Emilia de piedra esperaba destino. ¿Quizás en Tabacos, cerca de donde la cigarrera Amparo, la Tribuna, adoctrinaba a sus compañeras?