Ya había jugado en Aquinas y Olímpico 64, y venía rebotado de la facultad Industriales.. Volvía a casa. «Y tenía muchas ganas de seguir jugando en casa», recuerda el fundador Nacho Lobón.
«Había un montón de gente en la parada del bus hacia Acea de Ama, y otros fueron en coche. Me presenté: ?Yo soy el que puso el cartel. ¿Sabéis algo de rugbi??», recupera. Y no, no tenían ni idea: «Fue como trabajar con niños, había que enseñarles cómo coger el balón, como pasarlo. Al menos, aquel día no llovió».
«Durante ese curso tuvimos tiempo de sobra para entrenarnos, porque estuvimos casi todo el tiempo de huelga, alumnos y profesores», recuerda Lobón, que también señala: «No me costaba nada imponer mi autoridad, porque aparte de que nadie sabía de rugbi, yo era más mayor y todos los chicos eran súper educados». Los profesores prefirieron mantenerse al margen y no entrar en la recién creada melé coruñesa.
Nacho Lobón continuó con plena actividad vinculada al rugbi hasta el año 1982, el de su boda. Guarda en su casa dos ovales. Uno, el primero con el que jugó el CRAT en toda su historia. El otro, el firmado que le regalaron con motivo de su enlace matrimonial. Después, un paréntesis, con inevitable regreso.