El vuelo libre del mítico pianista Paul Bley se posó dos veces sobre A Coruña

H. J. P. Redacción / La Voz

A CORUÑA

Bley, en una foto que usó para la portada de «Notes on Ornette» (1998).
Bley, en una foto que usó para la portada de «Notes on Ornette» (1998).

Fallece uno de los grandes músicos de jazz del siglo XX

11 ene 2016 . Actualizado a las 13:22 h.

El lastre de lo periférico ha pesado siempre en contra de Galicia, ajena a los grandes circuitos culturales hasta hace bien poco. Sin embargo, siempre ha habido excepciones. En este sentido, el reciente fallecimiento -el pasado domingo- a los 83 años del mítico pianista canadiense Paul Bley (Montreal, 1932) ha traído a la memoria de más de un aficionado las dos ocasiones en que este fenomenal músico, genio y maestro de la improvisación, referente del free jazz, posó su libérrimo vuelo sobre A Coruña, de la mano de los programadores Manel R. Mantiñán y Jorge R. Mantiñán. En ambos recitales cosechó un lleno hasta la bandera.

La primera vez que el melómano gallego pudo acariciar el arte de este personal poeta de los silencios fue en 1998. Sí, qué tiempos. Apenas medio año después de que, en medio de un fuerte temporal, en la madrugada del 13 de enero, la plataforma Discoverer Enterprise arremetiese contra el puente de As Pías y aislase Ferrol, en la noche del 9 de julio Paul Bley subía al escenario del acogedor auditorio de la Fundación Barrié -en el marco de la tercera edición de su ciclo de jazz- con una inusual formación: un trío en el que al pianista se sumaban dos músicos estadounidenses de primerísima línea, el saxo alto Lee Konitz y el contrabajista Charlie Haden. Los tres desembarcaron en A Coruña esa misma mañana procedentes del Festival de Jazz de Estambul y marcharon a primera hora del día siguiente.

No tardó en regresar a la ciudad este niño prodigio del piano, de formación clásica, inicialmente desde el violín, que se convirtió al jazz y fraguó su espíritu en sus primeras colaboraciones con Charlie Parker y Ornette Coleman en la década de los años cincuenta del siglo pasado. Desde ahí trazó un largo y personal camino en que sus colaboraciones con el legendario productor alemán Manfred Eicher definieron su carrera -y también la marca de la exclusiva casa ECM- con algunos de los hitos discográficos del sello de Eicher: Open, to Love (1972), Fragments (1986), Time Will Tell (1994) o Solo in Mondsee (2007). Habituales de esta escudería son los músicos que trajo en su segunda estancia en A Coruña, a donde llegó en 1999 para presentar su disco Not Two, Not One, grabado también para ECM en enero de 1998, en los estudios neoyorquinos Avatar. En el Teatro Colón, dentro del ciclo Colón Jazz, patrocinado por la Deputación da Coruña, el viernes 5 de marzo, subió a las tablas acompañado por el contrabajista Gary Peacock y el baterista Paul Motian, dos intérpretes excepcionales con los que Bley conformaba un afinado trío y que, por cierto, dieron horas de arte sin igual al catálogo de Eicher. No hay que olvidar que Peacock y Motian integraron también tríos de Bill Evans o Keith Jarrett, entre otros.

Manel R. Mantiñán dedica el capítulo 31 de su libro Vivir el Jazz. Una declaración de amor a Bley; en sus páginas recoge parte de las conversaciones que el programador mantuvo con el músico.