El temporal obliga a los feriantes a retirarse al mediodía

T. Silva Betanzos / La Voz

A CORUÑA

02 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

cada uno cuenta la feria de Betanzos según la hora de llegada. Esta vez no hay discurso de zapatillas y cerditos (de los de cuatro patas) apadrinados por jóvenes con esmoquin. No estaba el día para estridencias, aunque dichas estridencias formen ya parte de la rutina de esta popular primera feria del año en Betanzos.

La de ayer fue una edición para olvidar, hasta el punto que pasadas las once y media de la mañana, la gran mayoría de los comerciantes desmontaron sus puestos de metal y plástico para salir pitando. «Además de no vender nada lo único que vamos a conseguir es que se nos estropee el producto», explicaba Josephine mientras vaciaba su puesto de calzado a toda prisa. Y matizaba que, más que la lluvia, «lo que nos mata es el viento, el temporal». Pero el temporal, como su nombre indica, no duró siempre. Una hora después de que la plaza del Campo quedara desocupada de numerosos puestos, el viento amainó y los soportales de piedra se liberaron de la multitud que llevaba un buen rato observando la cortina de agua. Por ellos paseaba un vendedor de paraguas, oriundo de un pueblo a 200 kilómetros de Casablanca (Marruecos). «Para lo que llueve pocos he vendido», se resignaba.

A pocos metros, en la Porta da Vila que hace de entrada al casco histórico, las vendedoras de productos de huerta se parapetaban bajo sus plásticos.

-¿Ha logrado vender algo?

-Solo lo que ya me habían encargado para recoger este día.

La queja es de Dolores Porto, de Irixoa, habitual en los mercados semanales de Betanzos. Ella y sus compañeras vieron cómo cerca de la una de la tarde, las nubes y el tiempo daban una tregua. Entonces sí, varias jóvenes asomaron con zapatillas de color chillón, siempre escoltadas con jóvenes de esmoquin. Pero las principales horas de la feria ya habían pasado. Solo los más madrugadores vivieron una jornada sin lamentos meteorológicas, incluso con diáfanos rayos de sol que poco hacían presagiar una feria que acabaría mucho antes de lo previsto.