La lujuria se esconde bajo los arbotantes de la comarca

Loreto Silvoso
Loreto Silvoso OZA-CESURAS

A CORUÑA

En algunos templos románicos y góticos de la geografía local es posible encontrar imágenes casi pornográficas: mujeres enseñando abiertamente sus partes íntimas, hombres con sus atributos bien desarrollados, parejas copulando... Este simbolismo se utilizaba para alertar de los peligros de uno de los siete pecados capitales

11 ago 2015 . Actualizado a las 21:33 h.

Nunca dos temas tan antagónicos han permanecido unidos de esta manera a lo largo de los siglos. Religión y sexo hechos uno sobre las piedras de una iglesia. Imágenes de grandes penes en erección y mujeres con las piernas abiertas aparecen normalmente representadas en los canecillos -elementos que se usaban para sustentar los aleros de los tejados- de los templos románicos y góticos de nuestra comarca. Las figuras servían a los representantes de la iglesia para advertir a los fieles de lo mal que podían terminar si escogían el oscuro camino del adulterio o cualquier cosa que tuviera que ver con el pecado capital de la lujuria, como la prostitución. Este tipo de escenas eróticas están presentes hasta en la catedral de Santiago -véase la imagen de la Mujer Adúltera en la puerta de Platerías-, pero, aquí, desde luego, los artistas de la época no se quedaron cortos representando las partes más recónditas del cuerpo humano, tanto de los hombres como de las mujeres, en capiteles y gárgolas. Con el permiso de los curas, ya están tardando los blogueros de turno en montar una «web-guía» en la red.

Si les apetece irse de ruta del sexo por capillas y ermitas, tomen nota de por dónde podría empezar el recorrido. En la iglesia de San Pedro, en Filgueira de Barranca (Cesuras), hay dos claras muestras del típico «canecillo erótico» en el muro norte del templo. En uno, hay un hombre desnudo mostrando sus atributos bien desarrollados y, en el otro, una mujer enseñando sus genitales de manera directa y osada. Osada, para estar pegada al trozo de piedra de un centro religioso, ya que según los parámetros de cierta industria musical actual, estaríamos hablando de verdaderas mojigaterías.

No hace falta irse muy lejos con el coche para, sin salir del municipio, aparcar junto a la iglesia de Santo Tomé, en Salto (Oza dos Ríos). En las mochetas de la puerta principal, hay sendos hombres esculpidos en el bloque granítico con el falo extremadamente grande. También en Oza, pero en Porzomillos, en la iglesia de San Pedro, una mujer desnuda se sujeta las piernas para mostrar sus intimidades entre los canecillos del ábside norte. La excursión bien podría continuar por Betanzos, donde sus tres iglesias, San Francisco, Santa María do Azougue y Santiago, tienen canecillos relacionados con el sexo más explícito que uno pueda imaginar: penes y testículos, mujeres acróbatas sin ropa... En San Martín de Bravío se puede contemplar a una pareja copulando y en Santiago de Mens (Malpica) hay tres mujeres de espaldas con la falda «remangada», las llamadas Bailarinas. Explica el historiador brigantino Antonio Erias que, «estas figuras exhibicionistas expoñen un contido pedagóxico negativo, algo que non se debe facer, que é fonte de tentación e de pecado». No descarta que las imágenes contengan otros fines: «contra o mal de ollo» o de culto a la fecundidad. Fuera por catecismo o por incitación a la procreación, en la Edad Media, el sexo era más natural que en la actualidad.