Pedro Bueno: «Cuido el tipo para que el cardiólogo no me riña»

A CORUÑA

El pintor reconoce que con seis años ya lataba a clase y se escondía para dibujar

13 jul 2015 . Actualizado a las 17:40 h.

Es pintor. «Me gusta más que artista o maestro». Pierde la cuenta de las obras que ha realizado. «Miles, varios miles de cuadros. Solo en el taller debo de tener 400 o 500 piezas», comenta Pedro Bueno Salto, coruñés de la calle Marconi. «A los 9 años me fui con mis abuelos a los Olmos porque mis padres emigraron a Venezuela», recuerda mientras bebe un sorbo de una clara de limón. Tiene 62 años y se casó con María siendo un veinteañero. Es padre de dos hijos, Iván, de 40, y Carlota, pintora como él, de 35. Es abuelo de cuatro niñas de entre 6 y dos años y medio. «No soy el clásico abuelo que va con los pequeños al jardín», confiesa. Charlamos en el Copacabana, muy cerca de la caseta que ocupará en la feria de artes plásticas. En su cronología vital hay un antes y un después del infarto que sufrió hace seis años. «Me había ido, me recuperaron con las planchas», relata. Cambió el fútbol en la playa por las largas caminatas y por una vida más saludable. «Cuido el tipo para que no me riñan mi mujer y el cardiólogo».

Autodidacta

«A los 6 años ya lataba para ir a dibujar. Me escondía en una casa abandonada del corralón de la calle Cuevas. En el instituto fue igual, lataba para ir a pintar las barcas. No es para estar orgulloso, pero eran otros tiempos», rememora. No tuvo un profesor o un tutor que lo guiará. Es un autodidacta. Se define como «figurativo con una tendencia a un realismo expresionista. Me gusta la obra inacabada. Ese momento que si sigues puede que sobre». Elige como su obra favorita

Las Hilanderas de Velázquez

. Dentro de unos meses la Diputación editará un libro que recoge su vida y obra dentro de la serie dedicada a grandes artistas. «Paso horas y horas en el taller. A veces barro antes de pintar. Necesito la limpieza, la pulcritud de un cirujano, como me dijo una vez un amigo», comenta sonriente. «Soy muy extrovertido de carácter, pero pintando soy más de espacios recogidos». Ahora comparte espacio laboral con su hija Carlota. «Es una artistaza», asegura el progenitor.

Amante de los guisos

Se declara transparente. «No tengo altibajos en el humor. Soy fácil de conocer. La tolerancia, la flexibilidad y la mano izquierda son mis virtudes. Defectos tengo muchos, el primero, no dedicarle más tiempo a la familia», se sincera. Solo cocina en ocasiones especiales y eso que su familia es hostelera. «Mi abuelo fue camarero de La Mezquita, mi padre maitre de hoteles, mi madre camarera y mi abuela cocinera del hotel Embajador. Mi mujer borda los guisos. Lo mío es la cocina tradicional, el cocido, los callos... La pasta y las hamburguesas no». Le encanta la Ciudad Vieja. «Tengo un punto romanticoide. Lo nuevo me rechina un poco». Ve series como

Breaking bad

y los telediarios y lee la prensa a diario. Rechazaba el móvil, pero a raíz del serio aviso que le dio su corazón decidió estar siempre localizado. «Ahora no puedo vivir sin él». Dice que le gustaría ser recordado «como buena gente y como un pintor que intentó hacer las cosas bien. Estamos de paso, hay que ser conscientes de ello». Nos despedimos. Se marcha caminando hacia su casa de Adormideras. «Andar es muy bueno para la mente. Discuto conmigo mismo y me hago preguntas, y lo que es peor, las trato de contestar. Cuando venía para aquí iba pensando en esta entrevista», confiesa Pedro, un hombre Bueno.