«Empecei con oito anos a reparar cousas»

[Kopa]

A CORUÑA

Narciso Vázquez lleva medio siglo coleccionando gramófonos y todo tipo de objetos antiguos

10 nov 2014 . Actualizado a las 19:20 h.

[Susana Acosta] La casa de Narciso Vázquez de Arteixo es una ventana al pasado. En el bajo de su vivienda y a lo largo de 50 años ha sido capaz de crear todo un universo de objetos llenos de historias. Mucho empeño ha puesto en repararlos y en devolverles su estado original. Su pasión son los gramófonos. No sabría decir cuántos tiene, ni cuántos ha reparado a lo largo de estos años, comenta mientras coloca un disco de vinilo en uno de ellos y le da a la manivela. Suena de maravilla y te traslada sin querer a los felices años veinte, a una de esos atardeceres de la época donde la música va acompañada de un buen brindis con compañía agradable.

Ellos son los verdaderos protagonistas de su particular museo. Algunos de ellos, llegaron a sus manos totalmente destrozados pero con paciencia y cariño ha conseguido darles una segunda vida: «Teño 25.000 agullas de gramófonos, dábanme uns bos cartos por elas pero se as vendo non podo seguir reparando», comenta Narciso después de dejar claro que nada de lo que hay en su casa está en venta: «Enganáronme unha vez cando tiña nove anos. Veu un home da Coruña e mercoume todo o que tiña. Enganoume porque eu merquei petardos e despois non tiña nin os petardos, nin as cousas. Así que xa non volvín vender nunca nada máis», confiesa.

Y es que la pasión por los objetos antiguos le viene desde muy pequeño. Con ocho años ya reparaba cosas. Luego llegó la emigración y esto le permitió trabajar en varias centrales nucleares, también para la firma Nokia. Así que la experiencia hizo el resto.

Nada de lo que ha conseguido lo adquiere en mercadillos o Internet. Dice que ahí solo hay copias. Él prefiere el trato con las personas, porque sabe que en cualquier momento puede hallar un objeto valioso. También los amigos que dejó en Suiza, Francia y Alemania, le permiten llegar a auténticas reliquias y piezas de coleccionista. Cada vez que viaja regresa con un nuevo tesoro.

Si hay alguna pieza de la que Narciso se siente orgulloso esa es una jarra de barro del año 1219. Toda una reliquia. Pero también conserva en su museo particular el primer modelo de máquina de escribir que salió al mercado: «Una revista alemana sacou unha publicación para ver se alguén a tiña e eu fun o único que saín na revista», comenta Narciso mientras muestra la reseña donde figura su nombre.

La compró en los años setenta a un maestro que vivía en A Laracha. Cuenta que este hombre la había adquirido anteriormente a una casa de Barcelona que la tenían en promoción. Además, la máquina se utilizó para escribir un libro didáctico para mujeres que no querían quedarse embarazadas. Según cuenta Narciso, la aventura literaria del maestro no le salió nada bien porque las mujeres hicieron caso omiso a sus consejos y el escritor no fue muy bien recibido.

Tiempo debió de tardar el maestro en escribir su libro ya que la máquina no dispone de teclado. Las letras aparecen en una especie de círculo que hay que girar y teclear una a una. El sistema es muy rudimentario pero Narciso sabe que esta pieza tiene un valor incalculable. Como también lo tiene para él un gramófono que compró al ayuntamiento de Payerne, en Suiza y que tiene grabado en madera la catedral y el pueblo. Se necesitaría una semana entera para ver con detenimiento los utensilios más variopintos que guarda Narciso. Allí puedes encontrar desde decenas de planchas de hierro, hasta las radios más extrañas y un sinfín de máquinas de coser y escribir. Por no hablar de material militar que servía para transmitir en código Morse. Así que pasen y vean, Narciso les abrirá las puertas de su particular museo.

A Narciso le gustaría que sus objetos estuvieran expuestos en un museo.