El actor coruñés trabajó con Orson Welles, Vicente Minnelli, Robert Altman o Buñuel y fue galardonado en Cannes
25 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.El crítico de cine Miguelanxo Fernández lo tiene clarísimo: «É o actor galego máis internacional, sen dúbida». Habla del coruñés Fernando Casado Arambillet (A Coruña, 1917 - Madrid, 1994), para todos Fernando Rey, fallecido hace ahora dos décadas. Esa proyección fuera de su país la sitúa Antonio Santamarina, en el Diccionario del Cine Español, en un momento concreto: «La llamada de Luis Buñuel para que se incorpore al rodaje de Viridiana (1961), dará un impulso definitivo a su carrera y lo proyectará hacia el estrellato internacional, a la vez que se convierte en uno de los actores preferidos del cineasta, quien volverá a llamarlo para incorporar al inefable don Lope de Tristana (1970), así como para papeles principales en El discreto encanto de la burguesía (1972) y Ese oscuro objeto del deseo (1977)». Es a comienzos de los años sesenta cuando «se abre un período en el que participa en películas de directores prestigiosos como Orson Welles, Jean Becker, Mauro Bolognini, Vicente Minnelli o Robert Altman», apunta en su texto Santamarina.
De todos modos, la crítica considera que las mejores interpretaciones de Fernando Rey serían en el cine español con papeles como el del hidalgo arruinado al que encarna en La duda, una interpretación por la que sería elegido mejor actor en el Festival de San Sebastián. Además, su papel de padre en Elisa, vida mía, dirigida por Carlos Saura en 1977, también le reportó un galardón en Cannes, donde repetiría como mejor actor tras la película El aire de un crimen. Por este última también recibió ese año un premio Goya.
Fernando Rey había empezado a estudiar arquitectura en A Coruña, pero la guerra civil se lo impidió, entre otras cosas porque su padre era el coronel republicano Casado.
En 1992 la Academia de Cine le elegía presidente, el mismo año que A Coruña le dedicaba una calle, un acto en el que el actor pronunció unas emotivas palabras ante el entonces alcalde, Francisco Vázquez, que promovió el reconocimiento al actor. Fue un año intenso, ya que la Academia también le concedió su medalla de oro mientras que hacía para televisión una de sus últimas y mejores interpretaciones encarnando a Don Quijote, en la serie de Manuel Gutiérrez Aragón.
El año de su fallecimiento, José Luis Cabo, entonces director del CGAI, publicaba en la desaparecida Vía Láctea una biografía sobre el actor coruñés más internacional.