El hostelero acusado de pegar a un cliente por quejarse de los espaguetis lo niega todo

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

La víctima es escritor y pide 24.000 euros de indemnización al padecer «evitación fóbica de su actividad creativa»

18 jun 2014 . Actualizado a las 09:28 h.

Cuando hostelero y cliente se subieron ayer al estrado para explicar lo que había ocurrido sobre la medianoche del 11 de agosto del 2008 en un restaurante de los Mallos parecía que hablaban de un suceso distinto. La versión de uno y otro se enzarza como los perros con los gatos. La víctima dice que sufrió una brutal paliza y el acusado que ni le tocó, que solo se cayó. La jueza tendrá que decidir quién cuenta la verdad. Si determina que el sincero es el cliente, tendrá que condenar al hostelero a una pena de entre uno y dos años de prisión como autor de un delito de lesiones. Además, tendría que indemnizar a la víctima en una cantidad cercana a los 24.000 euros por los gastos médicos, daños morales y las secuelas. Porque el hombre que dice haber sufrido una brutal agresión también dice que esos golpes le afectaron enormemente a su creatividad como escritor. De hecho, aquel día de agosto estaba en A Coruña para presentar en la Feria del Libro una de sus obras. Y, según declaró, las lesiones le impidieron no solo continuar su trabajo de promoción literaria o irse de vacaciones, sino también le causaron desde entonces lo que se conoce como «evitación fóbica de su actividad creativa». En otras palabras, que desde que le pegaron lo pasa fatal a la hora de ponerse a escribir. Porque aquel día, según comentó, sintió «un verdadero pánico», porque dice que «pensaba que lo quería matar».

El hombre contó que acudió con su pareja al restaurante y pidió espaguetis con atún. Cuando se lo sirvieron, se quejó de que tenía poco atún y el plato llevaba tomate. El hostelero le ofreció otro plato, pero el cliente lo rechazó porque ya había estado esperando mucho tiempo por la pasta. Así que se sacó una manzana del bolsillo y empezó a comerla. El dueño del bar le llamó la atención y a partir de ahí las versiones de uno y otro toman rumbos distintos. Mientras que el escritor explica que tras pedir el libro de reclamaciones y salir del local fue perseguido por el acusado hasta darle alcance para darle una brutal paliza, el hostelero reconoce que lo siguió, pero para retenerlo hasta la llegada de la policía, pues antes de abandonar el bar se dirigió a su esposa, que estaba embarazada, apuntando a su barriga diciendo que iba a destruir su vida «y lo que llevas ahí dentro». Añade que se cayó, que no le pegó.