Luz Casal encandila a un Palacio de la Ópera lleno

Javier Becerra
JAVIER BECERRA A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

La cantante no pudo contener la emoción ante la respuesta del público en la presentación de «Almas gemelas»

16 mar 2014 . Actualizado a las 13:06 h.

Había ganas de Luz Casal en A Coruña. Quedó patente ya en el primer tramo del concierto. Ante un Palacio de la Ópera abarrotado (la promotora Cávea había vendido todo el papel con varias semanas de antelación), la cantante demostró con No me importa nada, mítica balada que arrancó palmas de las butacas y muchos suspiros, que iba a ser una noche de emociones. En el escenario, la artista se contorneaba, dejándose querer por un público que la adora y que enfilaba así un recital a mayor gloria de esa Luz que proyectaba la primera letra de su nombre en el fondo del escenario.

Su última vez en A Coruña databa de las fiestas María Pita del año 2011. Entonces había tocado ante 8.000 personas frente al Ayuntamiento, en la gira de La pasión. Ahora tocaba presentar Almas gemelas, su álbum del año pasado. Y se notó. No solo porque esas canciones comandasen la actuación, sino por algún patinazo de la vocalista. «Es lo que tienen los temas nuevos, que si no estás muy concentrado pasan por ti», bromeó Casal cuando en el arranque de Maravillas perdió el hilo y la letra. No importó. Su quiebro despertó complicidad y cariño, además de preparar un desembarcó al rock. Sí, porque tras una paraba en Un nuevo día brillará, las guitarras tomaron presencia en ¿Por qué no vuelves amor? o Si vas al olvido para explotar poco después rescatando los éxitos Loca y Rufino, que cerrarían la actuación.

En los bises Luz interpretó Si pudiera. Y terminó llorando de la emoción ante la reacción del público, en pie y aplaudiéndola durante varios minutos. Luego vendrían otros clímax, con el bolero Piensa en mí o con el baladón de Te dejé marchar. Hicieron de antesala a un broche final compuesto por un popurrí de canciones roqueras. Último quiebro a su permanente zigzag de estilos.