El «Nuevo Mugardos» entraba en puerto con rumbo erróneo y exceso de velocidad

Emiliano Mouzo / r. garcía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Rodri Porcelli

El buen mar y la rápida intervención de Sasemar evitaron una tragedia

27 nov 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El arrastrero que opera habitualmente en el caladero del Gran Sol Nuevo Mugardos navegaba sobre las 21.30 horas del lunes a la altura de la torre de Hércules «con un rumbo erróneo y exceso de velocidad» para poder entrar en el puerto de A Coruña, según indicaron fuentes próximas a la investigación. Lo más probable es que el gransoleiro «viniese navegando con el piloto automático, guiado por las coordenadas facilitadas en el momento de salir de los caladeros, así como con la velocidad de crucero, 8 nudos», subrayaron las mismas fuentes. También apuntaban que incluso «la tripulación viniese ocupada en faenas de cubierta y no se percatasen de la proximidad de la costa».

Estos hechos provocaron que el barco encallase en una zona de bajos de punta Herminia. Dichos despistes «pudieron derivar en una enorme tragedia». A los once tripulantes del Nuevo Mugardos «solamente les salvó la fortuna, que el estado del mar era bueno, y aunque la zona, cuya orografía es extremadamente peligrosa, tuvieron la suerte de embarrancar en una de las áreas más limpias, en cuanto a rocas en el fondo marino», valoraban los técnicos. Si el barco llega a encallar en la zona donde varó el Mar Egeo, «estaríamos hablando de una enorme desgracia», subrayaron estas fuentes.

También destacaron la rápida actuación de los servicios de Salvamento Marítimo, enviando a la zona a dos pesqueros que se encontraban en la zona para auxiliar y rescatar a posibles náufragos, aunque nada pudieran hacer por el gransoleiro, y sobre todo por la movilización de la embarcación de actuación rápida Salvamar Mirfak y del buque Sar Gavia, que llegaron a la zona a los pocos minutos del encallamiento.

La llegada del barco a puerto tenía lugar en la medianoche. Había curiosidad en la lonja de Linares Rivas, a la que en esos momentos ya había atracado otro de los barcos que faenan en el Gran Sol. Todos los tripulantes del Nuevo Mugardos llegaban con los chalecos salvavidas puestos. Alguno fumaba en cubierta. Otro en el puente. Tras la maniobra de atraque, uno de los tripulantes saltaba a tierra donde le esperaba su familia, mujer e hija, que le abrazaron interesándose por su estado. En la lonja empezaba tímidamente alguna de las actividades, mientras en el puente del barco accidentado se reunían responsables de la casa armadora. Los tripulantes bajaban a ver la proa. «Aí non case nada, o peor está debaixo», comentaba uno de ellos a otros marineros. En la popa, un tripulante portugués comentaba a dos paisanos suyos lo que había ocurrido. Al mismo tiempo, comenzaban los preparativos para descargar el pescado. «Este ano non volvedes a pescar», apuntaba un marinero.