-¿Qué le empuja a seguir planteándose retos más exigentes cada año?
-Hambre de todo en la vida. Cada día de mi vida, ahora más que nunca, lo vivo con ganas de mejorar en cada aspecto de mi vida, de hacer las cosas cada día un poco mejor y disfrutar al máximo de ellas. El ajedrez es una lucha sin cuartel entre dos personas, siempre he sido muy competitivo y he tenido muchas ganas de aprender. Supongo que el ajedrez era un medio perfecto para canalizar esa energía y ese deseo de competición.